viernes, octubre 4, 2024

¿ALERTA REGIONAL? Efectos del electoralismo en el desarrollo de las democracias

Miyeilis Flores
Miyeilis Flores
Periodista digital

En Latinoamérica la reelección presidencial y el desbalance institucional se retroalimentan, al punto que suprimir la alterabilidad ya es antidemocrático

La realización de elecciones no es sinónimo de un ejercicio democrático de calidad y con efectos reales para las sociedades, entre ellas la venezolana, según explica el analista y consultor político venezolano Alfredo Rojas Calderón.

De acuerdo al experto, “la democracia en nuestros países se ha venido reduciendo al electoralismo, haciéndose ver que mientras se hagan elecciones, sin considerar su calidad, hay democracia. Y que, entre más elecciones, más salud democrática”.

Por si fuera poco, advierte que “se va colando la falsa idea de que basta con votar y no elegir. Detrás de la promesa de una democracia directa, participativa o popular, en lugar de la representativa, que en el fondo es la que se sigue ejerciendo, se ha concretado la desintermediación de la política. Queda demostrado que el fraude es el corolario de una involución que no tiene nada de aleatoria”.

Para Rojas Calderón se trata de una estrategia, y pone como ejemplo al caso venezolano, en la cual “los autoritarios buscan que los lleven al poder por los votos, casi siempre haciendo uso del populismo. Así, la democracia comienza a morir en las propias urnas. Ya desde arriba y “dentro” de la misma democracia comienza su deconstrucción”.

“Las reglas de juego se van ajustando a la medida de los autócratas, incluyendo las de las elecciones. Es la democracia simulada, a veces acompañada de burbujas de consumo para maquillar su desempeño”, explica.

Construcción de un sistema que ayuda al triunfo

Aunque Venezuela no es el único país en la región con este esquema, Rojas Calderón asegura que “es un hecho consumado: el más descarado y evidente fraude electoral en Latinoamérica de las últimas décadas. Maduro ha dado el primer paso en Venezuela, pero puede que no sea el único en la región”.

Recuerda que Venezuela “fue el primer país en el que el gobierno promovió una nueva constitución, la ampliación del período presidencial y la reelección indefinida, así como se fue haciendo con el pleno control de las instituciones, incluyendo, por supuesto, el órgano electoral y los tribunales de justicia”.

Un esquema adoptado por otros países de la región como Bolivia y Ecuador, que  también tuvieron procesos constituyentes y sus mandatarios, han querido mantenerse en el poder más allá de los ejercicios debidos.

“De hecho, aun en Bolivia se discute la reelección y su actual presidente ha propuesto realizar un referendo en el que se pregunte sobre ampliar o no la reelección en el más alto cargo, un episodio que además deja ver el excesivo personalismo que también se ha apropiado de la política regional en los tiempos recientes”, explica.

Agrega además que “la personalización de la política latinoamericana se entremezcla fatalmente con unos regímenes que son excesivamente presidencialistas, con los sesgos autoritarios de ciertos políticos que hasta se ufanan de su mano dura o de su revanchismo y con una desinstitucionalización generalizada de nuestras sociedades”.

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La reelección y sus embates

Las elecciones y la democracia

Sostiene que en Latinoamérica la reelección presidencial y el desbalance institucional se retroalimentan, al punto que suprimir la alterabilidad ya es antidemocrático.

“Pero, incluso, esto no les basta a los autoritarios y es solo lo que se ve en la superficie del electoralismo. Se acobardan ante la competencia libre y transparente, por lo que van acomodando el marco legal, administrativo y logístico de los procesos electorales. Intervienen generando desconfianza en el órgano electoral, en el voto y en su eficacia; alterando el registro o padrón de votantes, a veces impidiendo su actualización o depuración; o cambiando arbitrariamente la infraestructura electoral a su favor”.

Además, “excluyen y hasta persiguen partidos opositores y potenciales candidatos; controlan el financiamiento y la publicidad electoral; limitan o prohíben la observación internacional y, en definitiva, van acumulando ventajas sigilosamente”.

El ventajismo como estrategia política

Elecciones
Un hombre coloca un cartel afuera de la escuela Santo Tomás de Villanueva, donde se espera que vote el candidato presidencial Edmundo González Urrutia durante las elecciones presidenciales venezolanas, en Caracas el 28 de julio de 2024. Foto: AFP

Advierte que el ventajismo electoral casi siempre sorprende a los adversarios. “No es porque no se percaten de ello, sino porque suelen estar ocupados en la tan deseada y decisiva unidad”.

Y en caso de Venezuela, “fue determinante en la fórmula del triunfo electoral de la oposición el 28 de julio que se juntaran las expectativas de cambio con la unidad de los líderes y de sus partidos, aunque estos últimos estén muy venidos a menos y algunos reducidos a sus siglas”.

Para el analista, igual en los países con cierta normalidad democrática, la unidad se dificulta, tanto en la izquierda como en la centroderecha, mostrando otra faceta del personalismo, al que contribuyen las redes sociales.

“Esta unidad es una cuestión clave. En el caso de los autoritarios, estos apuestan y juegan a la división de sus contrarios. Es un mecanismo natural de dispersión de las fuerzas adversas, pero también desvía o distrae la atención pública. Los retrocesos económicos además aceleran o profundizan el declive democrático”.

Destaca que “en nuestros países, las alternativas no logran encontrar lo que les une y pierden las oportunidades políticas. El mismo afán personalista lleva a algunos líderes, sobre todo a los emergentes, a centrarse solo en ganar visibilidad, pero olvidan la centralidad de una oferta política que dé salidas a los problemas de la calle”.

Esto se traduce en que cada vez es más difícil “construir mayorías electorales y políticas por la complejidad social. Aunque es cierto que en Venezuela se dio más por un clímax emocional que alrededor de una propuesta de gobierno, siempre es y será necesario para la unidad que la política retome su esencia, es decir, la conversación estructurada, la negociación integrativa y los acuerdos rutinarios, más cuando se está frente al autoritarismo”.

Condiciones que van sumando descontentos entre la población varios países latinoamericanos. “Y la alerta está a la vista: en Venezuela, lo mismo que en Perú, Ecuador, Panamá, Colombia y Bolivia, los insatisfechos con el desempeño de la democracia vienen siendo una amplia mayoría y a muchos les da lo mismo si es democracia o autoritarismo. El umbral entre los dos regímenes es difuso para las personas de a pie, más cuando resolver el día a día es la prioridad”.

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