domingo, diciembre 8, 2024

Reuben Morales: ¿Cómo disimular que está pelando?

Escrito a dúo por los gemelos fantásticos…

  • Emiliano Hernández y Reuben Morales

Los venezolanos somos seres extraños. En medio de la crisis que nos agobia, plantamos cara con una broma, un chiste o un chascarrillo (ojo, estábamos buscando la excusa de usar la palabra chascarrillo y lo logramos). Somos tan expertos en salidas, que el Chapo Guzmán queda como un niño de pecho.

Por eso, solo buscamos que usted use su ingenio para disimular esta dura situación económica. Porque si algo caracteriza a los venezolanos, es que no nos gusta dejar en evidencia que estamos pasándola mal. Cuando nos preguntan cómo estamos, siempre decimos “bien”. Siempre queremos ser espléndidos brindándole al otro; al punto de que en los restaurantes, las peleas se generan es por ver quién paga la cuenta entera.

En tal sentido, intentaremos dar algunos tips que hemos venido practicando y que permiten mantener una postura altiva y una cara bien lavada ante esa adversidad que llamamos pelazón.

Té de manzanilla on the rocks:

Le sorprenderá saber lo notablemente parecidos que lucen en un vaso de vidrio el té de manzanilla y un Buchanan’s 18 años. Parecen las hermanas Olsen. Ya sabemos que comprar una botella de whisky 18 años cuesta aproximadamente tres sueldos mínimos, así que cuando haga reuniones en su casa, prepare un té de manzanilla y trasiéguelo a un vaso de vidrio (también nos moríamos por usar el verbo “trasiéguelo”). Échele su hielito. Menéelo. Finalmente, desplácese por la fiesta como todo un bolichico con su whisky mayor de edad. Como el resto de los invitados estará tomando cerveza, póngase sobre aviso para cuando le pregunten “¿Y tú estás tomando Whisky, rata?” Simplemente responda: “Sí, es que la birra me embucha”.

Para reuniones inevitables:

Los cumpleaños, las graduaciones y los días del padre, madre o niño son compromisos que implican un gasto importante. Para sacudírselos con mucha mano izquierda, prepare el terreno desde unos meses antes. Vaya dejando un libro de Deepak Chopra cerca de la poceta y le va cambiando el marca libro cada día. Prenda incienso una vez a la semana y antes de dormir, haga que medita. Así, cuando lleguen dichas efemérides, salga con que usted ahora es un ser renovado de luz. Que se ha dado cuenta de que lo realmente importante es el alma. Que más rico es quien menos necesita. Que el feng shui le ha recomendado no traer más cachivaches a la casa porque la cargan de energías negativas. Entonces proponga celebrar el día con una reunión en donde solo se agarren las manos y se miren a los ojos para que sus almas recobren la conexión perdida. Créanos, funciona. Si no, pregúntele a la cuenta de Deepak.

Para los restaurantes:

Ya no se puede ni entrar a un restaurante. Pero sí se puede salir. Se trata, con este tip, de disimular el hecho de que entrar a un restaurante es casi tan difícil como que Paul Gillman entre al salón de la fama del rock en Cleveland. Para esconder esa evidencia de su expediente de pelazón, usted lo que tiene que hacer es, primero, visualizar cuando algún pana venga a pie por alguna calle concurrida de restaurantes. Luego, sigilosamente, escúrrase hasta la puerta del restaurante y calcule el momento en el que vaya a pasar su amigo. En ese instante, salga con cara de haberse metido una paella, o una enorme punta trasera, valga el chinazo. Su amigo, al verlo, pelará los ojos de asombro y apenas podrá balbucear una pregunta. “Chamo, ¿tú como que estás enchufao?”

En cambio, si la situación es que le toca asistir a una reunión impostergable de amigos en un restaurante, debe prepararse previamente para disimular bien su saldo rojo. Váyase un día antes al sitio, averigüe la clave del wi-fi y métasela al teléfono. De ese modo no pasará pena al día siguiente preguntándole al mesonero, frente a sus amigos, cuál es la clave del wi-fi (evidenciando que no tiene saldo en el iPhone).

En cuanto a qué pedir, no sea obvio pidiendo lo más barato del menú. Esa técnica ya quedó oficialmente desactualizada en el último congreso internacional de pelabolas. En cambio, unas dos horas antes de ir al restaurante, váyase a una panadería y pida una canilla, una malta y una chicha. Luego se sienta en una plaza y se da su banquete infla estómago. Cuando llegue al restaurante, métales a sus amigos una historia de que usted ahora hace diplomados gastronómicos y está en una onda fitness, por lo cual solo puede comer platos gourmet. Ordene entonces una ensalada capressa  y un agua con gas servida con finos trozos de cáscara de limón. No solo quedará mejor parado que sus amigos, sino que expondrá toda una serie de nuevos hábitos muchos más finos que los de Caitlin Jenner.

Comience a practicar este método desde ahora. Es más, si recomienda este escrito, diga que usted lo leyó porque está suscrito a un canal muy exclusivo de contenido humorístico internacional para el cual se ingresa pagando en dólares, pero que como usted es demasiado pana, se lo va a pasar a sus mejores amigos. Inténtelo. A Emiliano y a mí nos ha funcionado. Bueno, a mí más, pues para tener el privilegio de que aceptara coescribir esta columna, ofrecí pagarle su acostumbrada tarifa. Él me aclaró que siempre la cobra en dólares. Yo le dije que solo dispongo de Euros. Él aceptó amablemente y cerramos el trato brindando con dos Buchanan’s 18 años.

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