Aunque hay 27 años entre uno y otro homicidio, ambos tienen coincidencias y son dignos de analizarlos desde el punto de vista sociológico y criminalístico.
Los dos asesinatos ocurrieron durante el segundo mes del año. El 13 de febrero de 1993 , la muerte de Marisol Da Silva Vieira conmocionó al país entero. Esta hermosa joven tenía 22 años de edad cuando perdió la vida en el sector el cuño del cerro El Ávila, eterno compañero de la ciudad de Caracas.
Marisol Da Silva, quien era una de las más cotizadas modelos del momento, fue salvajemente acuchillada y localizada posteriormente, en estado de descomposición. El asesino, Víctor Colmenarez Lupion, un hombre con prontuario policial y con algunos problemas de conducta, además de presentar antecedentes por hurto y violación.
Quedó la duda razonable de que este hombre no actuó solo y cobró fuerza la versión según la cual dos personas participaron también en el degradante suceso: el hijo de un importante dirigente de un partido político de la llamada “Cuarta República” y otro hombre de bigotes de “candado” quien huyó posteriormente a Miami.
Veintisiete años después
Hace apenas 48 horas volvió a sacudir y a estremecer a los venezolanos otro asesinato con características muy particulares. Una joven profesional de sólo 20 años de edad, también fue groseramente asesinada a puñaladas por su novio con quien había mantenido seis años de amores.
Su nombre, María José López, de 20 años de edad, estudiante de segundo semestre de fisioterapia y técnico medio en traumatología. Su cadáver fue localizado en el apartamento del novio, ubicado en la California, urbanización al este de Caracas.
El asesino, Edilson Pereira, quien no resistió la presión y decidió entregarse al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, once horas después de haber cometido el horrendo crimen.
Coincidencias
Ambos homicidios ocurrieron en el mes de febrero; las dos víctimas eran jóvenes y profesionales; ambas murieron a puñaladas; ninguno de los dos casos están vinculados con drogas o alcohol; ocurrieron en un momento de mucha violencia generalizada.
El homicidio de la modelo estuvo precedido por una ola de asesinatos fundamentalmente en Caracas, ciudad que para la época, registraba un promedio de 35 muertos sólo durante las 72 horas del fin de semana.
Al asesinato de la terapeuta, le han precedido un total de otras 34 personas asesinadas a puñaladas desde el primero de noviembre, únicamente en la llamada Gran Caracas. Y la mayoría tiene un agravante: la vinculación de parentesco familiar o de relación amorosa entre la víctima y su agresor.
Cabe preguntarse, ¿cuál ha sido más violento de los dos contextos en los cuales ocurrieron estos dos homicidios? Sin dudas, el momento actual tiene características muy concretas que superan en crueldad, ensañamiento y alevosía al contexto cuando asesinaron a la modelo.
Ahora es más grosera y deliberada la conducta del delincuente en virtud de la degradación lamentable que ha sufrido en los últimos años, la investigación criminal. El agresor, actualmente, actúa con la casi total seguridad que no va a ser detenido ni procesado.
La conclusión es realmente triste y frustrante: dos jóvenes profesionales muertas, dos familias destruidas y una administración de justicia que se resiste a hacer cambios para enfrentar la manera de combatir el delito y buscar equilibrio social y seguridad ciudadana