“Edmundo, un hombre de palabra”
La historia reciente de Venezuela se ha escrito con tinta de esperanza y, en sus páginas más recientes, con el coraje inquebrantable de un hombre: Edmundo González Urrutia. Su nombre se ha convertido en sinónimo de promesa cumplida, de palabra firme ante la adversidad.
Cuando Edmundo asumió la candidatura presidencial, con el respaldo decisivo de María Corina Machado, muchos auguraron un camino cuesta arriba, plagado de obstáculos. Sin embargo, su compromiso y visión lo llevaron a conducir una campaña victoriosa en medio de enormes dificultades.
Edmundo empeñó su palabra de ser el abanderado de la unidad, de representar con amplitud a los más diversos sectores políticos, civiles, gremiales, estudiantiles y empresariales. Y así lo hizo. Su discurso y sus acciones reflejaron una genuina voluntad de comprender e integrar a todos, tendiendo puentes donde otros veían abismos.
Aseguró que defendería la victoria hasta el final, haciendo un dúo infatigable con María Corina. Y lo ha cumplido. La sinergia entre ambos líderes se ha convertido en un símbolo de resistencia y perseverancia, demostrando que la unión es la fuerza más potente contra la opresión.
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Prometió que haría lo necesario para preservar y luego hacer valer el mandato soberano que le entregaron millones de venezolanos. Y así lo ha hecho. Esa promesa se ha transformado en un faro para quienes anhelan un cambio, en la certeza de que su voz será escuchada y respetada.
Logró evadir las garras de la dictadura, que buscaba someterlo a una prisión infame, quizás en “La Tumba” o en El Helicoide, para que muriera en la soledad. Pero Edmundo cumplió su palabra y los burló, incorporándose al exilio. Desde entonces no ha parado: ha recorrido el mundo, desde la Casa Blanca hasta los palacios de gobierno de España, Francia, Portugal, Alemania, Suiza, Panamá, Costa Rica, República Dominicana, Argentina, Uruguay, Perú, Ecuador y Guatemala. Se ha erguido en las tribunas de parlamentos europeos y americanos. Y se ha reunido con los venezolanos de la diáspora, a quienes promete cumplir la palabra de reunificar a las familias, un anhelo tan profundo como doloroso.
Edmundo ha sido vertical, inquebrantable ante la extorsión más cruel: el secuestro del padre de sus nietos, Rafael Tudares, desaparecido hace más de ocho meses. No han podido doblegarlos. Mercedes y Edmundo siguen en pie de lucha, demostrándole a los venezolanos que confiar en ellos ha valido la pena, que sus palabras se sostienen en hechos, y que contamos con un hombre fiel a sus principios: un hombre de palabra.
Antonio Ledezma
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