viernes, mayo 3, 2024

El día que la bandera de VENEZUELA llegó a la cima del monte Fuji

Felix Azuaje
Felix Azuaje
Periodista con más de 20 años de experiencia en medios impresos, radio y digitales

Una venezolana y su hijo cuentan cómo fue su odisea para subir a este santuario emblemático de la cultura nipona y desplegar el tricolor nacional

La diáspora venezolana no solamente son historias de horror. También hay cuentos de travesías y logros, como participar en un Master Chef, hacer arepas en Australia, ganar premios como maestros queseros en Europa o desplegar la bandera de Venezuela en el Monte Fuji.

Tal vez, para algunos ascender a este monumento japonés no tenga mayor trascendencia, pero para otros, quienes han estado relacionados de una u otra forma con la cultura nipona, milenaria y algo lejana de este lado del mundo y además, han superado un encierro de dos años tras la pandemia, puede tener mucho significado.

Un amanecer desde el Monte Fuji es impresionante

Diana Padrón y su hijo Martín están radicados en Australia desde hace algunos años.

Pero debido a su conexión directa con la cultura nipona, Diana se preparó junto a Martín para lograr algo que es más que un sueño. Cumplir con una tradición y una especie de ritual espiritual que los llevó a más de 3 mil 700 metros sobre el nivel del mar, para experimentar de primera mano una costumbre oriental relacionada a la superación como ser humano y el respeto a la inclemente e imponente naturaleza.

La odisea no es para todo el mundo

De paso, Diana y Martín emprendieron la tarea de llevar la bandera de Venezuela, su terruño, para que hondeara en lo más alto del territorio japonés, como una señal de haberlo logrado.

Por qué el monte Fuji

Mientras vivía en su natal Venezuela, Diana Padrón realizó estudios y trabajos con la comunidad japonesa en Caracas.

Ella tenía nexos con la Agencia de Cooperación Internacional Japonesa (JICA) y le tocó recibir al joven japonés Kazuhiko Horiguchi.

Cuando Horiguchi pisó Venezuela, quiso seguir con una tradición nipona, la cual consiste en que para conectarse con la naturaleza y consigo mismo, el hombre debe subir al punto más alto de la tierra en la que se encuentre.

La travesía de Martín fue considerable

Por ello, Horiguchi viajó a los tepuyes venezolanos y al propio Pico de Naiguatá en el cerro El Avila.

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Al descender, el visitante oriental le explicó el porqué de sus ascensos, e invitó a Diana a practicar esta costumbre, manifestándole que cuando estuviese en Japón lo tenía que hacer.

Con el pasar del tiempo, Diana y su hijo terminaron en Australia por esas cosas de la vida. Allá los agarró la encerrona de la pandemia mundial por dos años; uno de los encierros y cuarentena más fuerte del mundo.

Sin embargo, la idea de viajar a Japón y visitar el monte Fuji estaba latente, por lo que comenzaron con todo un proceso de preparación, para poder ascender a la cima más alta de Japón.

La preparación

Si se compara con el Everest o con los Himalayas, la altura del monte Fuji no es mucha.

Sin embargo, para ascender a los 3776 metros sobre el nivel del mar que tiene el monte Fuji hay que tener una condición física considerable.

En el 2020, Martín de apenas 8 años, le dijo a su mamá que quería conocer el parque temático de Nintendo World en Osaka.

Este sería el punto de inicio del gran viaje, donde Diana le dijo a su hijo. “Vamos a conocer el Nintendo World y vamos a llevar la bandera de Venezuela al monte Fuji”, reto que Martín aceptó.

Tras documentarse sobre los modos de ascenso y los pro y contras, Diana comenzó, junto a Martín, un entrenamiento físico y mental para lograr la hazaña.

Su rutina consistió durante varios meses, subir en Australia a montañas similares, corrigiendo y ajustando el ritmo, entendiendo que Martín es un niño.

Incluso, comenzaron a aprender técnicas para el ascenso y a hacer una buena lectura de su cuerpo, ya que las condiciones adversas en el monte Fuji, podían jugarles una mala pasada.

Además, durante varios meses estuvieron corriendo cinco kilómetros diarios.

En julio de este año, después de conocer el parque temático de Nintendo, Diana, tras haber contactado a su amigo Kazuhiko Horiguchi, comenzó con todo el proceso para realizar la travesía.

Debido a los problemas de comunicación y para seguridad de los visitantes, siempre recomiendan que se contacten guías especializados. Por ello, Diana contrató una empresa especializada que labora en Japón, con expertos para el monte Fuji.

Fue así como se conformó un grupo de 9 personas, entre ellas Diana y Martín.

El ascenso

El ascenso consta de varias estaciones, donde los escaladores pueden conseguir comida, refugio y baño. La comida ofrecida, según Diana, es comida japonesa con un sabor rico y particular.

En algunas de las estaciones hay personal médico que debe evaluarte y de ser posible, suspender o retardar la travesía.

Se puede llegar en transporte hasta la estación número cinco. A partir de allí el trayecto debe hacerse a pie.

Vale acotar que el subir y bajar del monte Fuji puede ser una travesía que podría durar unos dos a seis días. Todo va a depender del medio ambiente y las condiciones de los escaladores.

Solamente está permitido subir el monte en verano (julio, agosto y septiembre) del resto, debido a la temperatura y la presión, no es permitido por las autoridades su ascenso.

Para subir hay que llevar ropa acondicionada y utilizar implementos de trekking como bastón, ropa outfit y estar bien abrigado, porque a pesar de ser verano, las temperaturas en el monte suelen ser considerablemente bajas.

Por otra parte, el ascenso al último tramo debe hacerse de día, por lo que muchos de los escaladores pernoctan en los puestos de resguardo para después continuar su ascenso en horas de la madrugada.

El ascenso en horas de la madrugada, permite obtener fotografías de paisajes exuberantes.

Otro detalle importante es que la falta de oxígeno, debido a la altura, puede generar retrasos y provocar el mal de altura (dolores de cabeza, náuseas, vómitos, mareos).

Para paliar situaciones de este tipo, en diversos puestos están a la venta latas de oxígeno comprimido. Martín y su mami necesitaron unas cuantas.

Durante el recorrido, dos de los integrantes del grupo de nueve tuvieron que desistir de ascender. Sin embargo, Martín supo mantener su ritmo y aprovecharlo al máximo.

El tricolor nacional en el Monte Fuji

Al segundo día de la travesía, tras dormir en unos de los refugios con por lo menos unas cincuenta personas totalmente desconocidas, en su mayoría japoneses, comenzó en horas de la madrugada el ascenso final.

Al llegar a los 3200 metros hay un poste de madera que indica el acceso al santuario sintoísta Fujisan Hongu Sengen Taisha. Este es un punto importante durante el recorrido, ya que allí comienza el santuario religioso, donde los japoneses entran en sincronía con la naturaleza.

Vale destacar que a partir de allí todo el territorio es sagrado, donde nada ha sido modificado desde hace miles de años, respetando la religión y las costumbres. Es un lugar mágico donde los paisajes atrapan a cualquiera.

A partir de este punto la situación se puso algo cuesta arriba para Martín, pero la preparación junto a su madre, física y espiritual, hicieron su trabajo.

El grupo se separó y Martín y su mamá se quedaron atrás.

Pero ambos consideraban que todo el esfuerzo por varios meses, no podía ser en vano, muchos menos después de haber llegado a unos escasos metros de la cima.

Diana dice que fue aquí donde la preparación mental ayudó de manera considerable, para tomar un segundo aliento y finalmente desplegar la bandera de Venezuela en el Monte Fuji.

“Gracias por la ayuda que me diste. Agradezco mucho el apoyo de mi familia… Que a pesar de la distancia, siempre están pendientes de mí y me envían mensajes bonitos desde Venezuela. Gracias a mi papá, mi abuela María Teresa y mi abuelo Martín (que se llama igual que yo… Como un espejo… Yo me llamo Martín Rodríguez Padrón y mi abuelo se llama Martín Padrón Rodríguez)”.

Algo más sobre el Monte Fuji

“Existen cuatro caminos para llegar a la cima. Nosotros subimos por el camino que se llama Fujinomiya. Por allí comenzamos el ascenso a las 12 del mediodía desde la quinta estación que está a 2400 metros. Subimos en autobús hasta ese punto y así tardamos un poco menos. Al año, entre 200.000 y 300.000 personas japonesas suben”, dice Diana Padrón.

Esta montaña de 3776 metros, es realmente un volcán inactivo que data del año 1707 cuando se conoció su última erupción.

Una buena comida en los refugios

Uno de los símbolos por excelencia de Japón es el monte Fuji, la historia de este monumento natural indica que el primer humano en subirlo fue un monje Budista en el año 663.

Sobre la primera persona no japonesa que alcanzó la cúspide se conoce que fue un inglés, identificado como Sir Rutherford Alcock en 1860. La primera mujer que pudo ascender lo hizo en 1912,cuando fue levantada la prohibición de subir a la cumbre, considerada sagrada.

El monte Fuji en su mayor extensión es del dominio público, en donde los turistas y visitantes pueden pasear de manera libre.

A partir de la octava estación, a unos 3.200 metros hasta su cúspide, el terreno es privado. En 1606 los emperadores donaron el pico del monte a dicho santuario, en una especie de ofrenda para su religión.

A partir de 1860 la dinastía Meji decide declarar todos los santuarios privados en Japón nacionalizarlos y que sean de propiedad pública, salvo el santuario del monte Fuji.

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yumi

que son unos mentiros apuesto que no conoces y has venido a Venezuela para publicar cosas falsas y malas de Venezuela.

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