martes, enero 21, 2025

El MITO del AVE FÉNIX: símbolo de renacimiento y transformación

El Fénix ha sido símbolo de la inmortalidad y de la renovación, en general, de aquello que es capaz de volver a gestarse a sí mismo

Del Bennu egipcio al Fenghuang chino, del Fénix romano al Anivia ruso, y del Fénix cristiano al Pájaro de Trueno de los indígenas norteamericanos.

El Ave Fénix ha encontrado acomodo en buena parte de los rincones del mundo, modelado con sutiles variaciones por las diferentes culturas convirtiendo esta historia en una de las más sugestivas de la mitología universal.

El ave Fénix o simplemente Fénix es una criatura mitológica a la cual se le atribuía una larga vida y la capacidad fantástica de resurgir de sus propias cenizas.

Su nombre proviene del griego phoînix, “fenicio”, debido al supuesto color púrpura de sus alas, y es mencionada en antiguos textos egipcios, griegos y romanos, donde se le atribuye una vida de alrededor de 500 años.

La manera exacta en que ocurría su renacimiento puede variar enormemente en la tradición Occidental, dependiendo de a qué autor se cite, ya que tanto las religiones antiguas como el cristianismo temprano la consideraron parte de sus símbolos.

Personajes tan disímiles como Heródoto de Halicarnaso (484-425 a. C.), Publio Ovidio Nasón (43 a. C.-17. d. C.), Gayo Plinio Secundo “El Viejo” (20-79 d. C.), Marco Anneo Lucano (39-65 d. C.), el Papa Clemente I de Roma (?-97 d. C.) o Isidoro de Sevilla (c. 556-636), se interesaron lo suficiente en esta criatura fantástica como para dedicarle muchas de sus páginas escritas.

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El proceso

Según algunas fuentes, el ave Fénix moría normalmente, tras una larga vida, y después de descomponerse un nuevo ejemplar joven surgía de los restos del anterior.

Otras versiones afirman que justo antes de morir, el ave construía un nido a partir de ramas de especias y plantas fragantes, como la canela o la mirra, y allí moría en un incendio espectacular, del cual quedaban únicamente sus cenizas.

Entonces brotaba de ellas un nuevo ejemplar, que colocaba las cenizas del fénix viejo en un huevo hecho de mirra y lo llevaba en ofrenda al altar del dios egipcio del sol, Ra, en la ciudad antigua de Heliópolis.

De un modo u otro, el Fénix aparece siempre vinculado al fuego y a lo solar.

Hay versiones, como la de San Ambrosio, según las cuales el animal moría consumido por el sol y de sus cenizas nacía una especie de oruga muy blanca que crece hasta alojarse en un huevo, como si imitara el ciclo de vida de las mariposas.

A pesar de sus orígenes paganos, el mito del Fénix fue bien aceptado por los primeros cristianos, que vieron en él una alegoría de la muerte y resurrección de Cristo.

Incluso existe un equivalente en la tradición imaginaria china, el Fenghuang o Fénix chino, criatura que supuestamente reina sobre las demás aves, y que se apareaba con el dragón chino.

En su cuerpo se simbolizaban los distintos elementos celestes: pico de gallo, cara de golondrina, cuello de serpiente, pecho de oca, dorso de tortuga, patas traseras de ciervo y cola de pez: cielo, sol, luna, viento, tierra y los planetas.

En general, el Fénix ha sido símbolo de la inmortalidad y de la renovación, en general, de aquello que es capaz de volver a gestarse a sí mismo.

Con información de Concepto.com

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