jueves, marzo 20, 2025

Estadounidense liberado en Venezuela confesó que le pidieron que dijera maravillas de Maduro: SE NEGÓ

Después de cuatro años en el mar y tres semanas detenido en Venezuela, Arthur dice que solo planea pasar los próximos meses con amigos y familiares

El ciudadano estadounidense Eric Arthur tenía 62 años, estaba jubilado, gozaba de estabilidad económica y durante los últimos cuatro años navegaba sin preocupaciones por el Mediterráneo en su catamarán. pero su vida le cambió de un momento a otro, recoge el medio The Wall Street Journal.

En diciembre, este veterano marinero que creció en Los Ángeles se embarcó en lo que se convirtió en su mayor aventura. Comenzó con una travesía del Atlántico. Había comprado su catamarán de 48 pies en Grecia y le había dado su propio apodo, el Tambo, una mezcla de los personajes de las películas de los años 80 Terminator y Rambo.

Arthur, descrito por sus amigos como un afable buscador de emociones, completó su viaje transatlántico y celebró las vacaciones de Año Nuevo en Barbados. Luego partió hacia el clima templado y las impresionantes playas de Venezuela, que en su mente tal vez era un lugar atractivo para establecerse.

La guardia costera detuvo a Arthur en aguas venezolanas y 12 oficiales abordaron su embarcación con perros detectores de drogas, dijo. Más tarde ese día, le dijeron que regresara, rechazando sus súplicas de descansar durante la noche. Agotado, Arthur se quedó dormido al timón.

Después de tres días, Arthur fue rescatado por pescadores que atendieron sus llamadas de socorro. Los hombres lo llevaron a una base militar venezolana en una isla remota. Los oficiales navales le prestaron un colchón para su primera noche de sueño.

A la mañana siguiente, los oficiales filmaron a Arthur desayunando y caminando. Más tarde, le pidieron que leyera una declaración a la cámara, agradeciendo a Maduro por rescatarlo.

Arthur se negó. “Querían hacer propaganda. Querían que dijera lo grandioso que era el presidente”, dijo.

Desde el puesto de avanzada naval, Arthur dijo que lo llevaron en un viaje en bote de 10 horas a la Isla Margarita, donde lo retuvieron en la residencia de un comandante militar. En los pocos mensajes de WhatsApp que se le permitió enviar, Arthur les contó a sus amigos sobre su situación. “He estado bajo vigilancia de la guardia costera, arresto domiciliario”, escribió. “Quiero asegurarme de que puedo irme por mi propia voluntad”.

Arthur compartió una habitación con un oficial que lo vigilaba de cerca. Los oficiales militares le dijeron a Arthur que sería liberado, que podía comprar un boleto de avión a Trinidad y Tobago.

La oferta no prosperó. Lo trasladaron a una prisión de Caracas donde se encontraban detenidos otros extranjeros, incluidos estadounidenses. A su llegada, los guardias le quitaron su computadora portátil, su teléfono y su reloj, lo que lo aisló del mundo exterior.

En prisión, Arthur cuenta que pasó por los episodios más sorprendentes, hasta que por encargo del presidente Donald Trump viajó a Venezuela el enviado espacial Richard Grenell, que, tras negociaciones, logró su liberación y hoy está en su patria.

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Después de cuatro años en el mar y tres semanas detenido en Venezuela, Arthur dice que planea pasar los próximos meses con amigos y familiares. Su padre de 87 años le está instando a que se mude con él a Los Ángeles.

Con información de The Wall Street Journal

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