Estudio revela cómo la cordillera de los Andes ha moldeado la genética de la araña vaquita
Un estudio internacional demuestra que la cordillera de los Andes actúa como una barrera semipermeable que influye en la genética de la araña vaquita, aportando claves sobre la biodiversidad en el trópico americano.
Un estudio internacional reveló cómo la cordillera de los Andes ha jugado un papel decisivo en la configuración genética de la araña vaquita (Gasteracantha cancriformis), una especie que habita en diferentes regiones de América Latina.
De acuerdo con los investigadores, más que un muro infranqueable, la cordillera funciona como una barrera semipermeable que limita, pero también permite, el intercambio genético entre poblaciones.
La investigación, publicada en la revista Molecular Ecology, fue desarrollada por un equipo que incluyó a Fabián Salgado-Roa, investigador posdoctoral de la Universidad de Texas en Austin, y a los académicos colombianos Carolina Pardo-Díaz y Camilo Salazar, de la Universidad del Rosario. En el trabajo también participaron instituciones de Ecuador, Panamá y Australia.
El análisis se centró en miles de marcadores genéticos de poblaciones de la araña vaquita a ambos lados de la cordillera. Los resultados muestran que, mientras las zonas más altas de los Andes representan un límite natural que reduce la movilidad, los pasos de baja altitud en el norte sí permiten que algunos individuos crucen. Esa permeabilidad ocasional facilita la conectividad genética y demuestra que la cordillera no divide a las poblaciones de forma absoluta.
El profesor Camilo Salazar lo resume así: “Aunque la cordillera de los Andes es una barrera muy efectiva, lo que hallamos es que no es impenetrable. En determinados corredores naturales, las arañas pueden cruzar e intercambiar material genético, lo que permite cierta interacción entre poblaciones separadas por cientos de kilómetros”.
Biodiversidad moldeada por la cordillera
Este hallazgo aporta una explicación a la enorme biodiversidad que caracteriza al trópico americano. Una barrera geográfica de la magnitud de los Andes suele aislar poblaciones y, con el tiempo, propiciar la formación de nuevas especies. Sin embargo, al ser un filtro dinámico y no un muro sólido, la cordillera posibilita que ciertas especies mantengan contacto ocasional, reduciendo la fragmentación genética.
Para Carolina Pardo-Díaz, decana de la Escuela de Ciencias e Ingeniería del Rosario de Bogotá, el estudio confirma una idea clave: “La cordillera, más que dividir, regula. Funciona como un filtro que ayuda a explicar por qué la región andina concentra tal riqueza biológica y por qué las especies han evolucionado de formas tan diversas”.
De acuerdo con la investigación, el caso de la araña vaquita ofrece un ejemplo concreto de cómo los procesos geográficos inciden en la evolución. Comprender el papel de la cordillera de los Andes en la genética de esta especie abre nuevas rutas de investigación sobre el origen y la adaptación de otras formas de vida. Además, refuerza la importancia de conservar estos ecosistemas montañosos, que funcionan como laboratorios naturales para la ciencia.
El investigador Fabián Salgado-Roa destacó que la combinación de técnicas de genómica poblacional permitió identificar no solo diferencias genéticas, sino también los puntos de conexión entre poblaciones. “Estos datos son valiosos porque demuestran que incluso en una de las cadenas montañosas más imponentes del planeta, existen ventanas de conectividad biológica”, señaló.
La cordillera de los Andes y su valor estratégico
La cordillera de los Andes, que se extiende por más de 7.000 kilómetros desde Venezuela hasta Chile y Argentina, no solo condiciona la vida de las poblaciones humanas, sino también la de innumerables especies animales y vegetales. Este nuevo estudio confirma que su papel en la evolución biológica es más complejo de lo que se pensaba: no es simplemente un límite, sino una fuerza que modela, selecciona y a veces conecta.
El hallazgo, centrado en la araña vaquita, refuerza la visión de los Andes como un escenario dinámico de interacción genética y no como un obstáculo definitivo. A futuro, los investigadores esperan ampliar sus estudios a otras especies para determinar hasta qué punto la cordillera sigue siendo un filtro de biodiversidad y un motor de evolución en el continente americano.
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