Para Luis Vicente León, director de Datanálisis, esa frustración de los venezolanos es una de las causas del divorcio entre los políticos y la gente
Si algo no han terminado de comprender los políticos, tanto oficialistas como opositores, es que a los venezolanos les embarga un profundo sentimiento de frustración. Esto, debido a lo prolongado de la crisis que parece no tener fin.
La afirmación la hace el director de Datanálisis, Luis Vicente León, quien señala que, precisamente, ese sentimiento es uno de los causantes del divorcio entre los venezolanos y los dirigentes políticos.
“Entiendo la frustración de la población frente a la incapacidad de avanzar hacia la reconstrucción de la democracia”, dijo en Twitter. Esto “hace que se produzca un divorcio entre la población y el liderazgo político de cualquier signo”, sostuvo.
Un ejemplo de ello es el rechazo hacia el dirigente opositor, Juan Guaidó. “85% de la población no tiene esperanza de que Guaidó sea capaz de provocar un cambio de gobierno”, expresó.
Según León, “esto lo desconecta de las masas y genera un peligroso proceso de desmovilización política que refuerza su incapacidad para provocar ese cambio”.
Lea también: DE ALTO RIESGO Y SOBREVALUADA: escenarios para la economía del país, según Luis Vicente León
Un reto político de la oposición
Para el especialista, “el reto político de los venezolanos, después de dos décadas, sigue siendo rescatar la institucionalidad, división de poderes, condiciones electorales competitivas, respeto a la libertad de expresión y a los derechos humanos”.
No obstante, señala que “lamentablemente no estamos ni cerca de ellos hoy. Más allá de los grandes ataques por Twitter y los recursos gigantes que se invierten en crear matrices en el ‘cyber espacio’, para auto regocijarse, la realidad es que la gente ni voltea a ver a los líderes políticos y sus discursos, que considera desgastados y repetitivos”.
A su juicio, “el reto de la oposición no es montarse mañana en el ring con capacidades disminuidas, sino colocar en entrenamiento sus posibles boxeadores. Debe desarrollar su fuerza, regenerar esperanzas de triunfo y presentar una propuesta que interese otra vez al país. Entonces llenará la sala”.
Señala que “no es extraño que, mientras juegan (los políticos) a que no pasa nada, a que debe mantenerse su estrategia fracasada, que a los actores políticos pulverizados hay que repetirlos y que los recursos escasos los deben controlar quienes los malgastaron, la gente se agote y se vuelva apática a ellos”.
El daño de bloquear los cambios
Para el economista, “bloqueando cambios dentro de la oposición para tratar de preservar los escombros, se están comprando todos los tickets para la preservación de la autocracia o el surgimiento de un outsider que tome ventaja de la miopía que se observa en quienes defienden lo indefendible”.
Y, en este sentido, aprovechó para mencionar el tema de la flexibilización de las sanciones de Estados Unidos a Venezuela.
“Es interesante y cierto decir que la flexibilización de sanciones no eliminará los problemas políticos y económicos que vivimos. Eliminar una medicina equivocada tampoco te curará la enfermedad. Pero sí elimina los efectos secundarios innecesarios de tomarte la medicina inadecuada”, afirmó.
Para él, “la pregunta es: ¿vale la pena eliminar una medicina equivocada para evitar efectos secundarios en la población y buscar una alternativa inteligente y útil para resolver el problema de fondo o me quedo bebiendo el brebaje inservible para “castigar” al malo autoflagelándome?”