Las cifras de migrantes venezolanos en el mundo no son precisas. De acuerdo a organismos como Acnur son cerca de 6.147.040, mientras que los opositores indican una cifra cercana a los 7 millones. Lea aquí una de esas #HistoriasDeMigrantes
Hay unas estadísticas que cada venezolano lleva en su corazón y puede verse en los tan populares chats de la familia: una tía en EE.UU, una comadre en México, una hermana en España, unos primos en Argentina, Chile, Perú; un compadre en República Dominicana y así se le puede ir el día contando a todos los seres queridos que están en otro país.
El despecho es de lado y lado, los que nos quedamos aquí con el corazón arrugado por tener la familia regada por todo el mundo y los que se van añorando su terruño, mientras se abren paso a una nueva vida, con nuevos retos y superando los obstáculos que implica cambiar de vida.
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No me regresaría
Vanesa es una venezolana de 35 años. De piel blanca, alta, de cabello negro, siempre anda bien arreglada, impecable. Hace cinco años se fue de su amada Caracas a Quito, para apoyar a una hermana en una situación familiar. Estando allá comenzó una oleada fuerte de migración; familiares y amigos le recomendaron no regresar al país, el motivo: ellos también se estaban yendo.
Así fue como tomó la decisión de quedarse en Ecuador y comenzar desde cero. Con mucha “suerte” consiguió un empleo en la parte administrativa.
El sueldo no era bueno, pero le daba para vivir. En Venezuela, Vanesa se graduó de contadora, era comerciante, hacía bisutería y apoyaba a su mamá en un negocio de venta de alimentos.
En Ecuador se encargaba de llevar el inventario de una empresa; pero aunque hacía todo bien, su jefa le hacía la vida de cuadritos por ser venezolana.
“Me exigía el triple. Me reclamaba cosas de años anteriores, solo para descontarme dinero de mi quincena. Ellos no botaban a nadie, pero si le hacían la vida de cuadritos a los que no querían”, relata Vanesa.
Tocó volver a migrar
Ya la situación era desgastante, así que Vanesa le puso la milla extra, como decimos en Venezuela, ordenó todo y entregó una gestión impecable. Así fue como decidió migrar otra vez; pero en esta oportunidad un poco más lejos: a España.
Con el sin sabor de tener que volver a cambiar de vida; en 2019 se fue a Venezuela a despedirse de sus familiares y amigos. En los primeros días del 2020, llegó a Madrid, con una maleta llena de sueños y con un poco de temor de lo que depararía su futuro.
Cuidadora interna
Para suerte de Vanesa, justo comenzando la pandemia consiguió un trabajo de cuidadora interna. Esto se traduce a cuidar una señora de 90 años y quedarse en su casa haciendo las labores domésticas.
Salía sábado y domingo, y así pasó dos años, hasta que no aguantó más por los tratos que recibía. Confiesa que por la necesidad aceptó un sueldo por debajo de lo que correspondía.
También trabajó en una heladería donde la jornada era ruda, doble turno para ganar más dinero, hasta que hace poco le salió un trabajo administrativo. Es bastante trabajo, pero tiene más beneficios, comenta la migrante venezolana .
¿Te regresarías a Venezuela?
“Amo a Venezuela, pero no me regresaría. Aquí me siento segura, puedo sacar mi teléfono donde quiero. Cuando trabajaba en la heladería salía tarde, que quedaba lejos, llegaba a las 2:00 am tranquila. Nada de sustos y zozobras”.
“En Venezuela queda mi mamá, mi papá y coquito (su perro). Mi hermana mayor está en México con su esposo y mis dos sobrinos; y mi hermana menor está en EE.UU.. No creo que me regrese. Me gustaría que me vinieran a visitar”.
Para Vanessa caminar por la calle sin temor a ser robado, sacar el celular en pleno Metro, esperar un bus o un tren a una hora determinada, tomar agua del grifo o tener internet sin temor a quedar incomunicados son algunos de los detalles que hacen la gran diferencia entre una Venezuela qué se ‘está arreglando’ y un país en donde la calidad de vida en buena.
Las remesas y la familia
Cada mes, Vanesa envía dinero a sus padres, al igual que sus otras hermanas. Recientemente, una de sus hermanas viajó a Venezuela y descubrió que su papá, que es diabético, tenía una pierna con una lección.
Él no quiso decir nada para no preocuparlas, pero era evidente que necesitaba atención médica. Lo llevaron a la clínica y los gastos fueron exorbitantes. Todas mandaron dinero, se endeudaron y lograron cubrir los gastos médicos.
Vanesa como sus hermanas cubren los gastos de sus padres porque el negocio ya no da lo suficiente para cubrir los montos dolarizados de la comida, condominio y mucho menos la clínica y medicamentos.
“Yo mando dinero para mi casa. Ahorita estoy endeuda por lo que tuve que mandar para el pago de la clínica, pero lo importante es que conseguí el dinero. Estando allá no hubiese podido llevarlo a la clínica”, relata.
Como muchos venezolanos, Vanesa tiene una vida hecha en Madrid, ya son tres años abriéndose paso en el mundo de los migrantes, no solo hay venezolanos, hay de muchas nacionalidades.
Aunque dice que no se regresaría, una parte de su corazón está en Venezuela, y se nota por su manera de hablar, por las cosas que recuerda y sobre todo porque atiende a sus padres, aunque este a kilómetros de distancia.
España como oportunidad
La comunidad de venezolanos en España está cercana a los 400 mil según las cifras oficiales.
En Madrid en cada esquina se reconoce el acento venezolano. Muchos de los meseros y personal que trabajan en las cafeterías son venezolanos; se les ve trabajando duro.
También hay muchos emprendedores, comerciantes y profesionales que dejaron Venezuela buscando una mejor calidad de vida, un futuro mejor para sus hijos y la tranquilidad de tener la certeza en temas como la salud, educación, y seguridad personal.
Pero para tener todo eso hay que trabajar arduo, muchas horas laborales, muchos sacrificios y en algunos casos, dejar atrás además de la familia, casa, carros y hasta una que otra propiedad.
Buenos trabajadores
El venezolano con la migración aprendió a hacer en otro país lo que muchos no hacían en su propio terruño.
Con trabajo y esfuerzo, los venezolanos se han ganado una buena fama de trabajadores, educados y de bien preparados, ya que muchos profesionales fueron de los primeros en irse.
Hay muchos tipos de migrantes. Una primera oleada se fue hace muchos años por temas políticos, no confiaban en las promesas políticas de la revolución. Otros han llegado a España provenientes de otro país diferente a Venezuela.
¿Cuántos nos quedamos?
La migración no es una opción para muchos, pero para otros es la única opción. Por eso, además de la situación que se vive en Venezuela, la crisis mundial y la guerra hace necesario evaluar las posibilidades de irse a vivir a otro país; sin embargo, las cifras extraoficiales hablan de 1.700 personas que se van cada día.
La crisis migratoria no es exclusiva de Venezuela, pero si es una de las más fuertes en la historia reciente, según los entendidos en la materia.
En la región Nicaragua, Cuba, Haití, Colombia, Honduras y Guatemala figuran entre los países con migrantes tratando de forjarse un sueño americano, incluso arriesgando su vida. Una muestra de ello lo constituye el infierno de Darién donde las cifras de muertes y delitos son aterradoras.
Mientras que el paso hacia EE.UU. está congestionado, las oleadas de migrantes rebasaron las capacidades de las autoridades, al punto que redoblaron los esfuerzos tanto del lado mexicano como del lado estadounidense.
Responsabilidades compartidas
El tema de la migración es un asunto de todos, y una muestra de la gravedad de la situación lo indica que en la Cumbre de las Américas, celebrada el pasado mes de junio de 2022, cerca de veinte países adoptaron una declaración para una migración “ordenada”.
Fue el propio presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que pidió aplicar el principio de una responsabilidad compartida.
El término clave para Biden es responsabilidad compartida, debido a que Estados Unidos no quiere cargar con todo el peso del flujo migratorio, reseñó AFP en su momento.
“Ningún país debería cargar en solitario” con los crecientes flujos migratorios, dijo el presidente estadounidense, Joe Biden, al firmar la “Declaración de Los Ángeles”.
La puesta de EE.UU. es una la migración “segura” y “legal” que beneficie el desarrollo económico.
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Buscando el sueño venezolano
Del boom petrolero, de la Venezuela “Saudita” y de la época de los cupos CADIVI una parte de la población se acostumbró a un nivel vida, que con la llegada de la crisis vieron como se desvanecía.
Muchos no están resignados a perder ese nivel de vida; ahora van a otros países buscando algo cercano a lo que se vivió; pero la realidad los golpea en la cara. La vida del migrante está llena de desafíos.
Mientras cifras van cifras vienen; que Venezuela se arregló; que la gente se está regresando hay una realidad y es qué hay millones de personas despechadas por la migración masiva. Y si lo duda pregúntele un venezolano en cuantos lugares del mundo tiene un afecto que tiene tiempo que no ve. Saque usted sus cuentas.