domingo, octubre 13, 2024

¿Homicidio culposo o intencional?

En los últimos días han muerto cuatro personas atropelladas por vehículos en diferentes sectores de Caracas. En uno de ellos está involucrado como agresor, un funcionario de la policía del Estado, quien permanece “detenido” en su comando.

Cuando ocurren casos como esos la tendencia es asegurar, a priori, que se trata sencillamente de un homicidio culposo sobre la suposición de que nadie quiere matar intencionalmente con  un vehículo a otra persona.

Si lo hiciere intencionalmente, estaríamos hablando de que el agresor actuó con dolo y no con culpa. ¿Por qué? Porque dolo es intención y la culpa puede traducirse en negligencia, impericia, imprudencia o inobservancia de leyes, normas y reglamentos.

A quien actúa con intención le corresponde mayor pena, naturalmente, si se comprueba.

Todavía están vivos los recuerdos de la muerte del medallista olímpico venezolano, Rafael Nadal, ocurrida en Caracas en el 2004, a manos de un irresponsable, quien lo chocó y lo arrastró con una camioneta acondicionada para protegerse en cualquier situación de esa naturaleza.

A pesar de que la defensa del agresor siempre mantuvo la versión de homicidio culposo, y tal parece que así fue, la camioneta que embistió y mató al nadador estaba acondicionada con lo que popularmente se conoce como “mataburro”.

Esta circunstancia obligó al juez de la causa a procesar al agresor por el delito de “homicidio culposo con dolo eventual”. ¿Qué significa esa precalificación?  Que el conductor, en efecto, actuó con imprudencia (una de las características de la culpa) pero había la intención eventual de hacer daño a la hora de un choque cuando instaló el mataburro.

Los casos ocurridos recientemente en Caracas no han  sido suficientemente analizados o reclamados por los familiares. Bien porque el agresor huyó o porque hacen triunfar la versión del homicidio culposo, el cual acarrea menor pena que el homicidio intencional.

Nunca puede descargarse la posibilidad de que alguien pueda matar intencionalmente  a otra persona utilizando un vehículo para cobrar una venganza.

De hecho, sobran los casos de investigaciones que culminan con la confesión expresa e indubitable del conductor agresor, al señalar que actuó con deliberada intención, por una cuenta pendiente con la víctima, con lo cual se produce un giro de 180 grados: lo que en principio se  vio como un simple homicidio culposo se transforma en homicidio intencional  por todo el cañón.

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