El vídeo que grabó su hijo con el celular, le salvó la vida a Rocío de Jiménez que recibió una golpiza de su esposo, el militar agresor que ya está preso e imputado
Durante mi corta conversación que sostuve con la señora Rocío de Jiménez, la mujer salvajemente golpeada por su esposo, me atrevo a señalarle que había ocurrido el mal menor y que le diera gracias a Dios porque su hijo grabó el delito en flagrancia. En otras palabras, la reciedumbre de golpes y patadas, han podido causarle daños mayores y hasta muerte.
Este caso, único en la historia de la violencia doméstica en nuestro país, no sólo debe encender alarmas por lo ocurrido, sino que, en cientos de miles de hogares venezolanos, está presente esa violencia en distintas manifestaciones y direcciones: esposo contra esposa, madre contra hijos, esposas contra esposos, padrastros contra hijastros, ect.
La cifra de 195 mujeres muertas en todo el país hasta el 30 de septiembre, revelan claramente lo que ha sido este año 2020 en materia de violencia familiar.
La señora Rocío de Jiménez me manifestó que tenía tiempo padeciendo de violencia física y psicológica por parte del militar en situación de retiro. Cuando hago la referencia de que ocurrió el mal menor, es porque la contundencia y la furia con las cuales fue tratada, han podido originar la muerte de esta humilde mujer y el estado de orfandad de sus dos hijos: el de 12 años quien grabó la golpiza y una pequeña de dos.
Por eso, muchos estiman que la imputación que se le hizo al militar Gonzalo Antonio Jiménez, se corresponde con la gravedad de lo ocurrido. Es decir, lo privaron de libertad por los delitos de femicidio agravado en grado de frustración y continuidad en actos de violencia física y psicológica.
Insisto en que lo ocurrido es parte de un gran problema nacional de violencia de género en dónde, sin dudas, hay cifras ocultas, no conocidas porque no han sido denunciadas de hombres que también han sido víctimas de agresiones físicas y psicológicas por parte de sus esposas o compañeras de vida.
Extraoficialmente se supo que el imputado, después de permanecer unas horas más detenido en la sede de PoliSalias, sería trasladado a Yare III, centro de reclusión ubicado en Los Valles del Tuy del estado Miranda.