Reitera muchas de las promesas y consignas que impulsaron su primera campaña. ¿Le funcionará esta vez?
Lejos de proyectar una imagen moderada y conciliadora en la recta final de la campaña electoral, Donald Trump ha elevado el tono y la tensión, obserba el medio español ABC en un análisis.
En un discurso ante una multitud enfervorecida en Phoenix, el expresidente y candidato republicano prometió mano dura con la inmigración, lamentando que «América se ha convertido en el basurero del mundo», una expresión inusual para un candidato que suele apelar al patriotismo.
Trump ha más bien acentuado su postura y promete medidas extremas, como la pena de muerte para inmigrantes que cometan homicidios en EE.UU.
“El evento, celebrado en el estadio Mullett de la Universidad Estatal de Arizona, fue un repaso de las consignas que lo impulsaron en su primera campaña. Atacó a los medios de comunicación, a los que llamó «enemigos del pueblo», calificó a Kamala Harris de «corta de entendederas» y «persona de un coeficiente intelectual extremadamente bajo», y defendió la pena de muerte automática para inmigrantes condenados por matar a ciudadanos estadounidenses, reiterando promesas que ya hizo hace ocho años y no cumplió en su único mandato”, recoge el ABC.
En Arizona, estado fronterizo y clave en la contienda, Trump dedicó casi todo su mitin, de una hora, al tema migratorio. Afirmó que EE.UU. es «un país ocupado» y que el 5 de noviembre, cuando gane, todos celebrarán «el día de la liberación nacional».
Se lamentó del ingreso de presuntos delincuentes de países como Perú, México, Venezuela, e incluso el Congo.
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Trump se centró especialmente en la banda del Tren de Aragua. Prometió 10 años de cárcel para cada inmigrante expulsado que reingrese ilegalmente y «pena de muerte automática» para los extranjeros que maten a un estadounidense estando en el país de forma irregular.
Veremos si esta estrategia le funciona o, al contrario, lo derrumba.