domingo, diciembre 8, 2024
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P’ALANTE Y P’ATRÁS
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El papelón que ha hecho la dictadura a cargo de Nicolás Maduro, avergüenza a todos los venezolanos.

Una vez más nos ha dejado mal parados ante la observación internacional, aunque bien sabemos que, a esa constelación de países y sus respectivos gobiernos que nos miran desde cerca y desde lejos, no se les escapa nada y están al tanto y en cuenta de la caracterización de semejante régimen populista.

Quedó al descubierto la repudiable maniobra de Nicolás Maduro de querer utilizar, como un mecanismo distraccionista, una eventual guerra con Guyana, para atizar el fuego.

En ese sentido, movieron en su tablero la operación de realizar un Referéndum Consultivo, mediante el cual se le formulaban cinco preguntas a los ciudadanos venezolanos.

Ante tal argucia, la gente reaccionó como correspondía, dándole la espalda a tal consulta, a sabiendas de que no era otra cosa que una treta de mala factura.

Fue evidente la desolación de los miles de centros de votación habilitados por el régimen madurista.

Un ínfimo porcentaje de personas acudieron a las mesas instaladas, la mayoría cediendo ante las presiones impuestas a los empleados públicos.

El régimen madurista ha quedado al desnudo ante la opinión propia y ajena.

El Maduro agresivo, grosero, retador y pendenciero que lanzaba todo tipo de denuestos y desafíos al gobernante de Guyana, se transfiguró en un manso conejito ante su homólogo de Guyana, Irfaan Ali, comprometiéndose “a continuar sus diálogos sobre el conflicto que sus países mantienen por la región del Esequibo, para que este se resuelva de manera pacífica”.

De esa manera el Maduro fanfarrón y reñidor se trastocó en un buen oficiante dispuesto a sucumbir ante los pliegos pacifistas redactados por los mediadores y de esa manera dar vuelta atrás con sus estridencias y aceptar que “Guyana y Venezuela, directa o indirectamente, no se amenazarán ni utilizarán la fuerza mutuamente en ninguna circunstancia, incluidas las derivadas de cualquier controversia existente entre ambos Estados”.

Ante una plural representación diplomática de organismos internacionales y delegados de diferentes gobiernos que se dieron cita en San Vicente y Las Granadinas, se observó a un Maduro manso, que para nada saco a relucir su manoseado y cacareado referéndum, limitándose más bien a retomar la vía pacifica que está contemplada en el Acuerdo de Ginebra alcanzado por el gobierno democrático del presidente Raúl Leoni en 1966.

Bien es sabido que los especialistas en diplomacia fueron capaces de hacer valer nuestras observaciones según las cuales el Laudo de París de 1899 fue un acto nulo de toda nulidad.

Desde la Cancillería venezolana se esgrimió el contundente argumento y prueba que “cuando España fundó la Capitanía General de Venezuela, el Esequibo formaba parte de la sub entidad territorial y tras obtener su independencia en 1811, Venezuela asumió su soberanía”.

En conclusión, queda más que claro que los venezolanos marchamos unidos desde la convicción de que estamos reclamando lo que por derecho nos corresponde y que el Esequibo es territorio venezolano, que si tenemos pruebas valederas a esgrimir en cualquier instancia jurídica de rango internacional. Lo que hace falta es restablecer una Diplomacia de estado de manos de verdaderos y calificados expertos en la materia.

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