Alberto Acuña heredó de su abuelo y madre el amor por la música
El medio artístico no solo era el ambiente común en el cual se desenvolvía el niño Alberto Acuña. También la genética jugó lo suyo en lo que sería el futuro del pichón de artista.
El caraqueño nacido el último año de la década de los 50 nació en el seno de una familia musical. Su abuelo era músico con formación musical clásica, además de tocar el clarinete. Su madre, como era de suponer, heredó esas inquietudes y se convirtió en una de las mejores mezzosopranos venezolanas de la época. Su padre, si bien no se destacó en ningún campo especial, siempre tuvo inquietudes.
Así, Alberto echó mano de la voz que todo ese legado familiar le brindó y, aunado a su apariencia de galán, comenzó a abrirse camino en el mundo del espectáculo nacional.
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De pequeño comenzó su formación como cantante, asistiendo a clases y aportando su voz a coros de su comunidad. Así, llegó a grabar un tema para debutar en Sábado Sensacional a comienzos de los años 80.
Mientras preparaba su primer disco, Alberto Acuña comenzó a probar suerte con la actuación en RCTV, formándose en la academia de Amalia Pérez Días. Mi Amada Beatriz, protagonizada por Catherine Fulop, fue la primera telenovela en la que trabajó.
Como actor, compartió por igual elencos tanto ese canal como en Venevisión. También trabajó en las tablas y en cine. Por el tono de su voz, el mundo publicitario también lo buscó para campañas.
Sin embargo, su interés era más musical que de otra índole. No obstante, luego de grabar varios discos decidió retirarse de las luces y cámaras. Actualmente reside junto a su esposa e hijo en España y se dedica al turismo, sin dejar de cantar.