El 12 de octubre de 2022, 13 venezolanos tomaron un bote desde la isla de San Andrés para Nicaragua. El sueño de llegar a EE.UU. no se cumplió, están desaparecidos. El segundo con 14 personas corrió con suerte, la Naval de Colombia los rescató en medio del mar y a punto de hundirse. “Agradecí que me agarrara la migra porque estoy viva…”
Ana María mandó a su hijo de 7 años con una de sus hermanas a Estados Unidos. El niño tenía visa. Se reencontraría con él en 15 ó 20 días, pues ella y su esposo harían la travesía por el mar de San Andrés, Colombia, una ruta misteriosa que toman quienes pueden costearla, pues suelen gastarse entre 4.000 y 6.000 dólares para no atravesar la peligrosa selva del Darién.
Junto a ellos habían 93 migrantes venezolanos. “Médicos, ingenieros, contadores, maestros, profesionales, gente de clase media que tiene como costearse este viaje”.
“A mi no me importaba nada, solo llegar a Estados Unidos a reencontrarnos con el niño y que mi esposo resistiera el viaje. No me esperaba lo que me sucedió, pero agradezco que estamos vivos…”, dijo Ana María.
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Con tristeza despidió al pequeño en el aeropuerto y con la cabeza llena de miles de dudas porque sabía que irse por esa ruta implicaba arriesgar la vida, emprendió el viaje con su esposo, diabético e hipertenso.
Estaba clara que la ruta de San Andrés para ir a Nicaragua era un poco menos riesgosa que la selva del Darién. “Por la selva. él no resistiría”.
Según el Ministerio de Seguridad de Panamá más de 107.723 venezolanos cruzaron la selva de Darién entre el 1 de enero y 30 de septiembre del 2022, uno de los cruces fronterizos más peligrosos de Latinoamérica.
Un viaje de “turismo” para migrar…
Llegó el día: Ana María metió la vida de ella y su esposo en un bolso de mano; en otro, latas de atún, galletas y sardinas y en un morral, las medicinas y elementos de primeros auxilios para atenderse en caso de alguna emergencia. “Hasta suturas lleve en ese bolso”.
La travesía: Puerto Ordaz, San Antonio del Táchira, Frontera, Cúcuta, Bogotá, San Andrés.
“Hasta llegar a Cúcuta, la matraca de los GNB en la frontera es descomunal. Nada que comentar de algo que ya sabemos que será difícil de resolver en un país con crisis. Los oficiales colombianos, tampoco se quedan atrás, tan corruptos como aquí…”, dijo Ana María, tras ver frustrado su sueño de llegar a Estados Unidos.
Junto a ellos 12 personas más llegaron a la isla con los “coyotes” que son llamados “guías turísticos”. Uno de los grupos que conformaría el lote de los 95 migrantes que la semana del 12 de octubre cruzarían el mar hasta Nicaragua.
Ana María y su esposo pagaron boletos de avión de Bogotá a San Andrés, hospedaje y un paquete turístico con recorrido en la isla. “Es lo que piden los coyotes para no levantar sospechas”.
El secreto a voces de la isla, los migrantes
Averiguar sobre las rutas a Nicaragua en la isla es un secreto a voces, nadie habla, nadie dice, todo es en clave, todo está fríamente calculado por los coyotes, todo se hace en la oscuridad. “Hay desesperación, ansiedad, miedo, mucho miedo”.
Así como Ana María tenía una ruta trazada para llegar a Nicaragua: Del puerto de San Andrés a la pequeña isla de Maíz o Corn Island, territorio nicaragüense y de allí al puerto de Bluefields, también había una estrategia de comunicación con la familia que queda en Caracas.
Su hermana Fernanda recibía cada paso que daba Ana María, era el enlace con toda la familia: fotografías, videos, los nombres de los “guías”, todo lo pasaba por el teléfono para, inmediatamente, Ana María, borrar.
11 de octubre de 2022: “son las 10:00 de la noche, hermana, ya nos buscaron los guías, nos van a montar en una lancha de turistas y nos llevan al medio del mar para pasarnos a unos botes. Allí ya no podré comunicarme, debo borrarlo todo”.
No hubo más comunicación…
Nos persiguió la Naval de Colombia
El 12 de octubre un mensaje a las 6:00 de la mañana: “Nos devolvieron en las lanchas, la Naval de Colombia nos persiguió. Regresamos a la isla, nos escondimos, esperaremos a esta noche para volver a salir”.
La preocupación reinó en toda la familia, la que queda en Caracas y la que esperaba en Estados Unidos. El silencio permaneció todo el día hasta las 7:00 de la noche que sale la medida del gobierno de Joe Biden que anunciaba un programa de permiso humanitario para recibir a 24.000 venezolanos sin visa, cerrando las fronteras a los migrantes.
Ana María estaba decidida a arriesgarse nuevamente, no le importó que saliera esa medida: “Me voy hermana, quiero llegar a estar con mi hijo”. No hubo quien la persuadiera de lo contrario.
El nuevo intento, no importa nada…
Lo vuelven a intentar… Una noche oscura, los migrantes fueron sacados en grupos: el primer grupo fue el de los 13 venezolanos que salió a las 2:00 de la madrugada. “Se perdió comunicación con el coyote de ese grupo, algunos aseguran que se hundieron y el mar está infectados de tiburones. No se sabe nada”, dijo.
Ana María y su esposo estaban en el segundo grupo que montaron en un bote con un motor que “se apagaba a cada rato”, pero lograron arrancar. “Estamos 14 personas”.
Eran las 3:00 de la madrugada: “montada en el bote”, fue el último mensaje que recibieron sus familiares frustrado porque no lograron persuadirla de no hacerlo.
Se perdió la comunicación…
La luna, la espuma de las olas y una petición a Dios
“Solo se veía la espuma de las olas, la luna y todos desesperados sacando agua del bote. Nos hundíamos en medio de la oscuridad. Desesperada, lo único que hice fue ayudar a sacar el agua para evitar lo inevitable. Nos íbamos a morir. Sin ya poder hacer nada y entre lágrimas, abrace a mi esposo y le pedí a Dios que nos ayudará. Sentí el ruido de una lancha… La Naval de Colombia”, contó Ana María a su hermana.
Sabía que iría presa junto a su esposo, pero lo agradeció porque ella y las otra 13 personas que iban en el bote les salvaron la vida. Los pasaron a la lancha de la Naval colombiana, mientras el bote se hundió.
“Solo vi como el bote donde se supone llegaría a Nicaragua se hundió en medio del mar”.
Regresar a Venezuela frustrados pero con vida
Ellos llegaron al puerto de San Andrés, donde otro bote se disponía a salir con migrantes venezolanos. Detuvieron a todos los que quedaban. Los 13 venezolanos que salieron primero a las 2:00 de la mañana, al 30 de octubre, siguen desaparecidos.
“Los coyotes presos aseguran que esa gente se hundió”, dice Ana María.
Las autoridades de Colombia le pusieron sobre la mesa dos opciones: les abrimos expedientes y los deportamos del país, o los dejamos libre sin expediente, pero tienen 5 días para salir como llegaron.
Ana María a las 48 horas de estar presa, logró comunicación con su familia. Entre lágrimas y desesperación, sin saber qué hacer contó lo que sucedió: “Estuve a punto de dejar a mi hijo solo, no sé qué hacer…”
Por suerte, les devolvieron algo de dinero invertido en el viaje, tomó la decisión de regresar al país sin expediente y sin sellado. A las 72 horas de estar presos, a ese grupo las autoridades los llevaron al aeropuerto de San Andrés, compraron boleto hasta Bogotá y de regreso a Venezuela por la frontera.
Ana María y su esposo están de nuevo en su país, esperando salir beneficiados con el programa para migrantes venezolanos y con la esperanza de reencontrarse con su pequeño en los Estados Unidos. “Lo único que me quita la frustración es que estoy viva, que esa lancha nos salvó la vida y que puedo luchar para estar cerca de mi hijo”.
“No olvidaré jamás la espuma del mar y la luna, mirándola fijamente le pedí a Dios ¡Sálvanos!”…