“A falta de pan buenas son las tortas” es la frase atribuida a María Antonieta, supuestamente pronunciada por ella en medio de las protestas desatadas por la hambruna que hundieron a Francia durante el reinado de su esposo, el rey Luis XVI. Pues bien, viendo la insólita presencia de la sancionada funcionaria de la dictadura de Nicolas Maduro en la Cumbre de la CELAC-UE, celebrada en Bruselas, a donde arribó sin mucho equipaje, se nos ocurre parafrasear a la atribulada María Antonieta exclamando “a falta de maletas buenos son besos”. Así pensaría la muy cínica vocera del madurismo, sintiendo los besitos que le estampaba en sus mejillas el presidente del gobierno de España Pedro Sánchez, quien vuelve a saber, otra vez, de esa inesperada visitante que dio lugar al sonado escándalo de las “misteriosas 40 maletas” conque arribo al aeropuerto de Barajas el pasado 20 de enero de 2017.
Las escenas desbordantes de cordialidad y los mensajes cargados de cinismos por parte de algunos altos funcionarios, fueron la nota predominante en ese encuentro en el que se buscaba, de muy buena fe, aproximar a la Unión Europea con los países Latinoamericanos y del Caribe. En medio de esa Cumbre se abrió un paréntesis para que del dialogo de los tamales, tequilas y mariachis mexicanos se pase a los chocolates, cervezas artesanales y flamencos belgas. Fue así que, acorazada con tres presidentes asociados al Foro de Sao Paulo, lula da Silva de Brasil, Alberto Fernández de Argentina y Gustavo Petro de Colombia, se hizo escuchar a la funcionaria madurista, Delsy Rodríguez, discurseando, con una pasmosa frialdad que “en Venezuela no pasa nada”, socarronería que dio la medida de la sinceridad con que acuden a estos encuentros los delegados de regímenes que pronuncian en tono muy suavecito esos soflamas, dialogando y hablando de paz, mientras en sus respectivos países desatan la furia represiva que desarrollan para controlar las instituciones públicas y someter a los ciudadanos.
La funcionaria madurista no dijo nada sobre el más reciente informe publicado por la organización Insight Crime, en el cual se precisa que “desde el primer gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez, Venezuela comenzó un proceso para convertirse en lo que es hoy día: un Estado criminal híbrido, en donde las autoridades cogobiernan junto a grupos armados con el objetivo de mantener el control social sobre la población y contrarrestar las amenazas políticas, sociales y económicas de Venezuela”. En la investigación concluyen que “Venezuela es un Estado que combina la gobernanza con la criminalidad, y donde los grupos armados ilegales actúan al servicio del Estado, mientras que en su interior se conforman redes criminales”.
Con una pose sarcastica la funcionaria omitio que en Venezuela pasan cosas extremadamente delicadas, como las violaciones de los derechos humanos cometidos por los llamados grupos colectivos, sucedaneo de los círculos bolivarianos, que inicialmente aparecieron aupando organizaciones políticas y enarbolaban banderas ideológicas, pero luego devinieron en comandos con entrenamiento militar, dotados de armas y apoyados en financiamiento relacionados con la corrupcion, el lavado de dinero, narcotrafico, contrabando y explotacion irregular de minerales. En el informe de Insight Crime se indica que “Chávez también se acercó y estableció lazos con los grupos irregulares de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), así como con el grupo guerrillero de Venezuela, denominado Fuerzas Bolivarianas de Liberación (FBL). Todo esto con el objetivo de contar con protección adicional que pudiese mantenerlo en el poder”.
Esas practicas que se dan en Venezuela vienen de Cuba, tal como lo narra para este trabajo el dramaturgo cubano Yunior Garcia, quien me dio los siguientes detalles: los grupos paramilitares que salen a golpear a los manifestantes tienen formación militar o son parte de las fuerzas armadas activas pero son vestidas de civil para que parezcan parte del pueblo indignado y revolucionario. Sin embargo, se desplazan en formación militar, tienen y aplican técnicas de inmovilización y aunque no están uniformados, son reconocibles por la ropa que llevan: por lo general Pullovers a rayas y jean.
En 1960 Fidel Castro creó los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), organizaciones barriales, distribuidas por todo el territorio nacional, con el objetivo de vigilar, delatar y reprimir cualquier expresión o acción de personas consideradas “desafectas” al gobierno, incluyendo a creyentes y homosexuales. Durante el éxodo del Mariel (1980), se estructuran y perfeccionan las Brigadas de Respuesta Rápida, encargadas de realizar “actos de repudio”, donde insultaban, lanzaban huevos, escupían y golpeaban a los que decidían emigrar. En 1994 el régimen arma con barras de acero a los Contingentes Blas Roca (brigadas de constructores), para enfrentar las manifestaciones en las calles. En cada centro de trabajo, escuela, hospital o institución pública, existe un espacio obligatorio equipado con palos y barras de acero que puedan ser utilizados para reprimir en caso de protestas. Durante el estallido social en julio de 2021, tras la orden de combate de Díaz-Canel, el régimen combinó todas sus fuerzas paramilitares para enfrentar violentamente a los manifestantes. En el caso de las mujeres, además de las que pertenecen a las fuerzas armadas y al ministerio del interior, son usadas las que están cumpliendo sanciones penitenciarias y que pueden obtener algún tipo de beneficio; a las que tienen trabajos con ciertos prevendas económicas y a las miembros de organizaciones de políticas y de masa como la Federacion de Mujeres Cubanas.
Para redactar este articulo también consulte al exiliado boliviano Mateo Rosales, para quien “los grupos de choque en Bolivia responden al gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS). Son grupos que trabajan de forma reactiva y poco organizada, dado que se despliegan en momentos concretos como en protestas ciudadanas, movilizaciones, planes de choque del gobierno o campaña política. No son movimientos estructurados como pueden darse en otros casos de regímenes autoritarios en la región. Son grupos violentos que funcionan como aparatos esporádicos de ataques y enfrentamientos, como infiltrados para perseguir a la oposición política y cívica, y como grupos de amedrentamientos a la ciudadanía. En algunos casos estos grupos han trabajado de forma coordinada con la Policía Nacional o las Fuerzas Armadas”.
Manuel Morales, representante del Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade), ha denunciado que “Resistencia Hydra, Columna Sur, Los Jichis, Interculturales, Guerreros Azules, Wila Lluchús, Satucos, militares y funcionarios públicos infiltrados entre policías son algunos de 10 grupos de choque que el MAS movilizó en 2022 para frenar las protestas en contra del Gobierno. Ellos salen a las calles escoltados en muchos casos por la Policía para enfrentarse a opositores y usando información de inteligencia para sus operativos. “Como varios de estos grupos paraestatales ya han sido identificados, ahora actúan como autoconvocados y operan con apoyo estatal y policial”.
En Nicaragua los grupos armados “parapoliciales” en el régimen Ortega-Murillo hicieron su aparición en 2008, para atacar a la oposición que reclamó el descarado fraude en las elecciones municipales de Noviembre de ese año. Es el testimonio del disidente nicaragüense Alfredo Cesar quien rememora que “a raíz de la rebelión nacional de Abril 2018, se armaron fuertemente y se organizaron como una fuerza “parapolicial” de apoyo a las estructuras oficiales de la Policía Nacional, para atacar a los estudiantes y ciudadanos desarmados que participaban en las manifestaciones pacíficas de protesta y en las barricadas en las ciudades, donde se defendían. En la operación “limpieza” que ejecutaron, más de 350 ciudadanos fueron asesinados, la mayoría jóvenes estudiantes. Se movilizan en camionetas doble cabina con tina, donde transportan hasta diez parapoliciales, vestidos con camisetas del FSLN y armados con AK-47, lanzagranadas y fusiles de francotirador Dragunov. Se estiman en unos 3,000 integrantes, entre ex militares retirados y delincuentes reclutados, con buena paga. La CIDH condenó su existencia y urgió al régimen a desarmarlos. Siempre están actuando en coordinación con la Policía Nacional en labores de represión, secuestros y asesinatos extrajudiciales”.
Esas son las verdaderas caras de esos regímenes, cuyos jerarcas se pasean por el mundo con la mayor impunidad, despertando el asombro de millones de espectadores que no dejan de preguntarse ¿hasta cuándo se le hace el juego y se le rinden pleitesías a semejantes violadores de los derechos humanos?