Después de miles de años de evolución todavía tenemos partes de nuestro cuerpo sorprendentes
Mientras hemos evolucionado los seres humanos mantenemos en nuestros cuerpos partes asombrosas
Estos restos, conocidos como rasgos o estructuras vestigiales, proporcionan una información fascinante sobre nuestro pasado evolutivo.
Sarah Romero publicó una compilación en Muy Interesante, que por ser tan relevante y curiosa, reproducimos aquí:
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Tercer párpado
¿Alguna vez has notado el pequeño tejido rosado en el rabillo del ojo, cerca del lagrimal? Se trata del resto de un tercer párpado, conocido como plica semilunaris. Algunos animales, como aves y reptiles, tienen un tercer párpado funcional (o membrana nictitante) para proteger sus ojos y mantenerlos hidratados sin tener que cerrarlos pero, en los humanos, es una reliquia evolutiva que ya no es funcional.
Apéndice
El apéndice es una pequeña bolsa conectada a nuestro intestino grueso y se considera un órgano vestigial, un remanente de nuestros ancestros herbívoros. El apéndice jugó un papel crucial en la digestión del material vegetal resistente. Sin embargo, en nuestra dieta omnívora actual tiene una función menos relevante: ya no nos resulta de utilidad.
Muela del juicio
Nuestros antepasados llevaban una vida más dura que la de los humanos modernos. La comida de la época no era ni mucho menos delicada para masticarla, de ahí que, en la edad adulta crecían los terceros molares o muelas del juicio. Pero a medida que nuestras dietas se suavizaron y nuestras mandíbulas se hicieron más pequeñas, hubo menos espacio para estos dientes tardíos que se usaban para masticar las duras plantas crudas entre otras cosas.
¿El resultado? La evolución determinó que frenar la formación de estas muelas sería beneficiosa. Al final, por las complicaciones que suele conllevar la aparición de las muelas del juicio, a día de hoy se extraen en la mayoría de las ocasiones a aquellos que las desarrollan. Otro vestigio evolutivo.
Coxis
La rabadilla o coxis es un pequeño hueso que se encuentra en la parte inferior de nuestra columna y es todo lo que queda de la cola de nuestros antepasados. Si bien no se mueve, no es del todo inútil: sirve como punto de anclaje para estabilizar la pelvis.
Vellos
Puede que no seamos tan peludos como nuestros primos Primates (algunos tienen generosas cantidades de vello, eso sí), pero seguimos conservando una cantidad considerable de pelo en el cuerpo. El vello corporal desempeña un papel importante en la retención de calor y la comunicación sensorial.
En el pasado, a los homínidos que vivían en zonas frías, el vello era una herramienta para mantenerse calientes y, hoy en día, aunque ha perdido casi toda su utilidad (por ejemplo el vello de brazos y piernas es relativamente escaso y corto y cumple poca o ninguna función), vellos como los de las cejas evitan que el sudor penetre fácilmente en los ojos y produzca irritación.
Orejas puntiagudas
Alguna vez has notado ese pequeño bulto, que a menudo se pasa por alto, en el borde de tu oreja externa? Se trata del tubérculo de Darwin o tubérculo auricular, y se cree que es un vestigio de las orejas puntiagudas de nuestros antepasados mamíferos. Si bien ya no nos ayuda en la audición direccional como lo haría en ciertos animales, es otro resto de nuestro pasado evolutivo.