Con dos niños, sin dinero, sin trabajo y con pocas posibilidades de cruzar a EE.UU. , una joven venezolana planea quedarse en México y buscar cómo sacar a sus hijos adelantes
El calor, el sol y la falta de agua obligaron a Maryori, una venezolana que lleva tres días en el borde fronterizo, del Río Bravo, a abandonar una tienda de conveniencia y moverse de lugar.
El borde del río está lleno de migrantes, entre ellos venezolanos, que esperan cualquier oportunidad para cruzar hacia EE.UU.
Maryori es madre de dos niños de 4 y 6 años de edad, y aunque tiene bloqueador y gorros decidió moverse de lugar porque el sol es inclemente. Esta venezolana, tenía meses viviendo en Colombia y pasó tres meses antes de llegar a esta frontera.
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Condiciones inclementes
Confiesa que “lo único que podemos hacer es meternos bajo las manticas, ponernos cobijas, pero aun así, si pega el sol bastante, es un calor terrible”.
Describe que las condiciones no son aptas. “Nos falta agua, ya aquí no tenemos plata ni para comprar agua, yo he pedido dinero a la gente, al río no se acerca nadie, por eso nos movimos para acá del otro lado de la calle del bordo. Necesitamos agua es algo básico, es muy difícil entrar a Estados Unidos, hay gente que ya tiene una semana ahí esperando entregarse”, cita El Heraldo de Juárez.
Esta venezolana cuando llegó a Ciudad Juárez, su pequeño de 4 años estaba deshidratado y no había comido. Le dio de comer, pero esto le provocó vómito y estuvo con malestar, como pudo consiguió un suero para darle a su hijo con lo que logró que se mejorara.
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A punto de tirar la toalla
Relató a la prensa local que en ciudad de México estuvo parada dos meses, “trabajamos y luego seguimos hasta aquí, pero la cosa está muy dura para entrar a los Estados Unidos”.
En vista de la situación está considerando regresarse a Ciudad de México. “Dónde estuvimos trabajando dos meses, la persona de ahí nos dijo, si les va mal por allá, ya saben que aquí tienen trabajo y pueden regresar, pero ya no tenemos plata para regresar hasta allá”.
Advirtió que son muy pocas las personas que logran acercarse al alambre de púas que desplegó la Guardia Nacional de Texas.