"BIENVENIDOS AL INFIERNO": lo que vivieron los venezolanos presos durante 4 meses en El SALVADOR
Además de las palizas, gases lacrimógenos y el aislamiento, los hombres dijeron que el personal médico se burlaba de ellos o los ignoraba
A través de un reportaje, The new York Times dio a conocere varios testimonios de algunos venezolanos que estuvieron presos en el megacárecel de máxima seguridad conocida como el CECOT en el Salvador.
Este es el relato
Dijeron que les pusieron grilletes, los golpearon, les dispararon con balas de goma y les lanzaron gases lacrimógenos hasta que se desmayaron. Dijeron que los castigaron en un cuarto oscuro llamado la isla, donde los pisotearon, los patearon y los obligaron a arrodillarse durante horas.
Un hombre dijo que los agentes le metieron la cabeza en un tanque de agua para simular que se ahogaba. Otro dijo que lo obligaron a practicarle sexo oral a guardias encapuchados.
Dijeron que los funcionarios les dijeron que morirían en la prisión salvadoreña, que el mundo se había olvidado de ellos.
Dijeron que, cuando no pudieron soportarlo más, se cortaron y escribieron mensajes de protesta en sábanas ensangrentadas.
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“Ustedes son terroristas”
“‘Ustedes son terroristas’”, recordó Edwin Meléndez, de 30 años, que le dijeron los funcionarios. Y añadieron: “‘Y a los terroristas se les tiene que tratar así’”.
Desde el momento en que asumió el cargo, el presidente Donald Trump se ha aferrado a lo que denomina la amenaza que representan Venezuela y su presidente autocrático, Nicolás Maduro, y ha acusado al gobierno y a las bandas venezolanas de orquestar una “invasión” de Estados Unidos.
En marzo y abril, el gobierno de Trump tomó la decisión extraordinaria de enviar a 252 hombres venezolanos a una tristemente célebre prisión de El Salvador conocida como Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), afirmando que se habían infiltrado en Estados Unidos en una forma de “guerra irregular”.
Un camino que conduce a la entrada con puerta de una prisión
Trump acusó a los hombres de pertenecer a una peligrosa banda, el Tren de Aragua, que trabaja en estrecha colaboración con el gobierno venezolano.
Fue una de las primeras acciones en el enfrentamiento del gobierno de Trump con Maduro, el cual no ha hecho más que intensificarse desde entonces; buques de guerra estadounidenses han volado embarcaciones venezolanas y Trump advirtió sobre posibles ataques militares en suelo venezolano.
Pero los hombres apenas recibieron garantías procesales antes de ser expulsados a la prisión antiterrorista de El Salvador, y fueron liberados de manera abrupta en julio, como parte de un acuerdo diplomático más amplio que incluía la liberación de 10 estadounidenses y residentes de Estados Unidos detenidos en Venezuela.
Trump, en un discurso pronunciado ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre, elogió a las autoridades salvadoreñas por “el exitoso trabajo profesional que han realizado al recibir y encarcelar a tantos delincuentes que entraron en nuestro país”.
Sin embargo, en las entrevistas, los hombres enviados a la prisión describieron frecuentes e intensos malos tratos físicos y psicológicos.
Además de las palizas, los gases lacrimógenos y los viajes a la sala de aislamiento, los hombres dijeron que el personal médico se burlaba de ellos o los ignoraba, que los obligaban a pasar 24 horas al día bajo duras luces y que les hacían beber de pozos de agua fétida.
40 entrevistados
The New York Times entrevistó a 40 de los hombres que estuvieron presos, muchos de ellos en sus casas de ciudades y pueblos de toda Venezuela. Luego le pedimos a un grupo de expertos forenses independientes que ayudan a investigar denuncias de tortura que evaluaran la credibilidad del testimonio de esos hombres.
Varios médicos de ese equipo, conocido como Grupo de Expertos Forenses Independientes, dijeron que los testimonios de los hombres, junto con las fotografías de lo que describían como sus lesiones, eran coherentes y creíbles, y proporcionaban “pruebas convincentes” para apoyar las acusaciones de tortura. En otros casos, las evaluaciones del grupo se han utilizado en tribunales de todo el mundo.
Los casos
Víctor Ortega, de 25 años, dijo que le dispararon en la frente con una bala de goma.
José Carmona, de 28 años, dijo que le dispararon en el muslo con una bala de goma.
Luis Chacón, de 26 años y originario del estado venezolano de Táchira, fue uno de los varios hombres que dijeron que los constantes malos tratos en la prisión lo habían llevado a pensar en el suicidio.
Padre de tres hijos, contó que estuvo trabajando como conductor de Uber Eats en Milwaukee antes de ser detenido y expulsado a la prisión. Según dijo, su peor momento se produjo en junio, el día del séptimo cumpleaños de su hijo mayor.
“Nosotros habíamos escuchado que si uno de nosotros se moría ahí, en el Cecot, nos daban la libertad”, dijo Chacón. Pensó que tal vez él debía ser esa persona: se subió a una litera e intentó ahorcarse con una sábana.
Dijo que los otros hombres lo rescataron.
Los forenses dijeron que les sorprendió la similitud de las declaraciones de los hombres. Los que estuvieron presos, entrevistados cada uno por separado, describieron la misma cronología y métodos de abuso, con muchos de los mismos detalles.
Cuando varias personas describen “métodos idénticos de abuso”, los expertos escribieron en su evaluación que “a menudo indica la existencia de una política y una práctica institucionales de tortura”.
Las promesas de Trump
Abigail Jackson, portavoz de la Casa Blanca, dijo sobre las acusaciones de los hombres y las conclusiones de los expertos que: “El presidente Trump se compromete a cumplir sus promesas al pueblo estadounidense al expulsar a los peligrosos delincuentes y terroristas extranjeros ilegales que representan una amenaza para el público estadounidense”.
Luis Chacón, de 26 años, en Táchira, Venezuela. Chacón dijo que su peor momento en la prisión salvadoreña se produjo en el séptimo cumpleaños de uno de sus hijos.
Jackson añadió que los periodistas deberían centrarse en los niños estadounidenses que “han sido trágicamente asesinados por despiadados extranjeros ilegales”, sin dar más detalles.
Los representantes del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, no respondieron a una solicitud de comentarios.
El gobierno de Trump nunca hizo pública una lista completa de los 252 venezolanos encarcelados en El Salvador ni de los delitos que afirmaba que habían cometido.
Utilizando una lista filtrada de los nombres, el Times descubrió que una parte relativamente pequeña de los hombres —alrededor del 13 por ciento— parecía tener una acusación o condena penal grave en alguna parte del mundo. (El Times buscó en múltiples bases de datos de registros públicos, pero el gobierno estadounidense puede tener más información que no ha hecho pública).
De los 40 hombres entrevistados para este artículo, el Times encontró acusaciones penales, más allá de los delitos de inmigración y tráfico, contra tres de ellos.
Víctor Ortega, de 25 años, quien dijo que le habían disparado en la cabeza con una bala de goma mientras estaba en la prisión salvadoreña, tiene “cargos pendientes por descarga de un arma de fuego y robo”, según el gobierno de Trump.
Un segundo hombre al que entrevistamos, Neiyerver León, de 27 años, tenía una acusación de delito menor por posesión de parafernalia de drogas y fue multado.
Además, los registros públicos de Estados Unidos indican que Chacón, el hombre que dijo haber contemplado el suicidio en prisión, fue detenido en 2024 por un cargo de violencia doméstica y en 2025 fue acusado de hurto en un Walmart. (El caso de violencia doméstica fue desestimado, según los registros públicos, y Chacón fue enviado a El Salvador antes de que el caso de hurto pudiera desarrollarse).
No saben por qué los detuvieron
Muchos de los hombres dicen que todavía no saben por qué fueron puestos en una prisión para terroristas.
“Migré para poder tener mi casa, darle una mejor educación a mi hija, la que no pude lograr yo”, dijo Mervin Yamarte, de 29 años. “Y me salió todo al revés”.
‘Bienvenidos al infierno’
Un enjambre de helicópteros rodeaba el aeropuerto. Era poco después de medianoche del 16 de marzo de 2025. Cuando las aeronaves descendieron, los venezolanos dijeron que vieron una falange de agentes antidisturbios esperándolos.
Un cartel identificaba su lugar de aterrizaje como El Salvador.
En los centros de detención de Estados Unidos, los funcionarios estadounidenses les habían dicho que iban a ser deportados a Venezuela, recordaron los detenidos. En una escala en Honduras, les dieron pizza. Ahora, un funcionario salvadoreño subía al avión.
“Se quedan acá”, recordó Ysqueibel Peñaloza, de 25 años.
Luis Rodríguez, de 26 años, dijo que los funcionarios le dispararon en la mano mientras estaba en prisión, incidente que relataron otros detenidos.
El pánico cundió por los pasillos del avión, dijo. Los hombres se apretaron los cinturones de seguridad, contó Peñaloza, en un débil intento de evitar que los sacaran. Las duras tácticas del presidente de El Salvador eran bien conocidas. Algunos hombres empezaron a gritar, recordó, exigiendo ver a un representante de la ONU, un abogado o un diplomático de su país.
Entonces, funcionarios salvadoreños, con chalecos antibalas y porras, subieron al avión, recordaron varios hombres, y empezaron a sacar al grupo por la fuerza.
“Y allí nos comienzan a golpear a todos”, dijo Andry Hernández, de 32 años, maquillador que había estado detenido en Estados Unidos desde que cruzó a ese país en 2024. “Si alzabas un poquito la cabeza te la agachaban con un golpe. Muchos compañeros tenían la nariz partida, los labios partidos, moretones en los cuerpos”.
Los agentes doblaron a los hombres esposados por la cintura, los arrastraron fuera del avión y los empujaron a autobuses, dijeron. Las cámaras rodaban. Horas después, Bukele publicó un video de la llegada, con música y tomas de drones como si fuera una película de acción. En tres días fue visto casi 39 millones de veces.
“Seguimos avanzando en la lucha contra la delincuencia organizada”, escribió Bukele en X cuando publicó el video. “Pero esta vez, también estamos ayudando a nuestros aliados”.
Dentro de la prisión, según dijeron los hombres, les dijeron que eran miembros del Tren de Aragua.
“‘Bienvenidos al infierno’”, recordó Anyelo Sarabia, de 20 años, que le dijeron al llegar. ”‘De aquí solo salen en una bolsa negra’”.
Con información de The New York Times

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