lunes, mayo 6, 2024

CALIDAD DE VIDA Vs. SUPERVIVENCIA: así los venezolanos resuelven los gastos en servicios

Las fallas en los servicios públicos representan un problema de malestar social que aumenta con el tiempo, porque no hay soluciones, solo incremento en las tarifas

Maigualida Velásquez es contadora y administradora. Se graduó de la primera carrera en la UDO-Anzoátegui, allá por los años 90, cuando apenas tenía 24 años y apenas pudo se mudó a Caracas, para conseguir un empleo mejor remunerado del que le ofrecían en oriente.


En la capital se enamoró, se casó y junto a su esposo trabajaba en un banco, con un buen sueldo. Luego, decidió estudiar administración en una universidad privada, ya con dos de sus hijas y cuando nació la tercera, tenía las dos profesiones y ganaba bien.


“Con los años me divorcié, seguí trabajando en el banco y como la crisis se fue agravando con la llegada del chavismo, decidí tener mi propia firma para independizarme. Mis hijas crecieron, la crisis se agravó mucho más y las mayores migraron. Yo me quedé con la menor y cuando llegó la pandemia, el flujo de dinero bajó mucho, tanto que ni los pocos dólares que me mandaban las muchachas alcanzaban, sobre todo porque mi nena estudia en una universidad privada. Así que decidimos alquilar una de las habitaciones del apartamento. Menos mal que es grande, de esos de La Candelaria, de los de antes”, relata.


Y lo hace para agregar que en el último año ha tenido problemas en la vista, debido a su diabetes, por lo que trabajar desde casa, pegada a la computadora y manejando libros de contabilidad se le ha hecho cuesta arriba.


“Pero, yo primero muerta que bajar mi calidad de vida. Al menos quiero conservar el cable y el internet es indispensable, tanto para mí como para mi hija que ya está a punto de graduarse. Así que cambiamos el plan de la TV paga al más económico, mi inquilina ahora tiene restringido el uso de varios aparatos eléctricos, igual que nosotras, porque la luz está carísima. También cambié mi plan de celular. Menos mal que tenemos gas directo”, cuenta la señora.


Remata diciendo, en entrevista para Impacto Venezuela, que “en este país se sobrevive y nosotros que antes éramos la pujante clase media, ahora enfrentamos la disyuntiva entre dejar de comprar carne, pollo, huevos o leche, o pagar el Internet”.


“Lo malo es que estamos peleando por contar con unos pésimos servicios públicos, el que sea, desde los indispensables como la electricidad, el gas y el agua, como los que ahora son de lujo, como el cable y el celular, porque ahora te piden para casi todo un celular inteligente con datos y la renta mínima está sobre los 6 dólares”.

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La normalidad


El relato de Maigualida sirve para ilustrar lo que viven millones de venezolanos, sobre todo de los estratos C y D, porque el A y B, pese a la crisis, tienen ingresos en dólares que les permiten enfrentar el aumento constante de las tarifas.


Para el director del Cendas-FVM, Óscar Mesa, las fallas en los servicios públicos, “los que sean”, se han convertido en algo normal para los venezolanos, pero, lo peor es que se tienen que conformar con ello, a falta de alternativas y sobre todo porque se trata una calidad de vida que se supone que el ciudadano que trabaja se ha ganado.


“El pésimo funcionamiento de los servicios públicos forma parte de la normalidad cotidiana, afectando severamente la calidad de vida de los ciudadanos y condicionando las actividades tanto en el hogar como en el trabajo”, cuenta el entrevistado, quien alerta que esta situación “es un factor permanente de malestar social”.


De hecho, hace algunos días, el Cendas-FVM acaba de dar a conocer el costo de la Canasta Alimentaria Familiar (CAF), de julio, que está en 502 dólares, equivalentes, al tipo de cambio del 31 de julio, a más de 15.000 bolívares.
No obstante, a ese monto hay que agregarle otros rubros como vestido, salud, educación, vivienda y servicios públicos, a los cuales se le dedican un promedio de 12,2% del presupuesto familiar.


“La pregunta que hay que hacer es ¿qué servicios puedes restringir para que los gastos no sean tan altos? Y la respuesta es, casi ninguno, porque precisamente la gente siente que la calidad de vida que se ha ganado está en esos pequeños detalles, como que una ama de casa se distraiga con su novela, sus programas, sus series o un chamo vea sus videos musicales o películas o que tenga su celular con wifi. Y está el padre que llega cansado y quiere ver su juego de pelota. Con la pandemia se disparó el consumo de Internet y de cable y los precios se podían enfrentar, pero ahora eso puede cambiar, por los constantes aumentos”, alertó.

“Y no estanos hablando de salidas al cine, a restaurantes ni nada de eso, que representa un gasto fuerte adicional que muchas familias han restringido o simplemente desechado”.

Para Mesa, “lo que gana la gente en promedio escasamente le alcanza para la alimentación y el resto es un tema difícil de sobrellevar. Por eso se ven los rebusques, la venta de galleticas, tortas y así, para ver si con eso se paga esas cuentas para las que antes el sueldo alcanzaba”.

“Por algo, en el Cendas-FVM insistimos en decir cuántos salarios mínimos se necesitan para comprar comida, precisamente para hacer énfasis en el desfase que hay entre la remuneración y las necesidades de la gente”.

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Recortar gastos


La señora Isabel tiene cable para ver sus novelas e internet para comunicarse con sus hijos que están fuera del país.


En el edificio donde vive en el este de Caracas, hay varios apartamentos vacíos y eso ha aumentado el condominio.


“Con la remesa que me mandan mis hijos podía pagar todos los servicios cómodamente. Pero las tarifas suben mensualmente y lo que me mandan ahora casi no alcanza. Decidí cortar el Internet en casa y le pedí la clave del suyo a mi vecina”, cuenta.

Y lo que ella hizo lo copiaron otras vecinas en circunstancias parecidas, porque a esas residencias llegó la Cantv a instalar fibra óptica y entre varias que viven en apartamentos cercanos decidieron “hacer la vaca” y compartir los 25 dólares que cuesta la renta básica.

“También recortamos gastos con el aseo que viene en el recibo de la electricidad. Fuimos a Corpoelec con una carta y pedimos que nos eximan de ese pago, porque el aseo ya lo paga el condominio”, dijo Isabel.

La queja constante


La ONG Cedice-Libertad, a través de su Observatorio de Gastos, público un informe en el cual denuncia que “los servicios como el agua, electricidad, educación, salud y alimentación siguen causando quejas en los venezolanos al no ofrecer un beneficio que, además, resta la calidad de vida a los ciudadanos”.


Como siempre, la electricidad ocupa el primer lugar en fallas y molestias, seguido del agua, la recolección de desechos y las telecomunicaciones.


En Caracas se puede decir que se vive en un paraíso, en comparación con el interior del país. Y, en este sentido, según el informe, “el Zulia es la región más afectada por las continuas fallas eléctricas.

Cedice estima que “los servicios aumentaron 643 % en bolívares y 53 % en dólares, entre julio del 2022 y julio del 2023. Es decir, la factura de un servicio de TV por cable que en 2022 salió en $5, este año podría costar $7,5”.


Pero, solo se refiere al servicio básico, porque hay planes que llegan a costar más de 25 dólares.


El propio Banco Central de Venezuela, en su reciente publicación del IPC, corrobora que la inflación en los servicios de viviendas sigue acelerándose y en julio de este año fue tres veces superior a la del 2022.


Es así como de acuerdo con los datos del BCV, hasta julio los precios de los principales servicios básicos como electricidad, agua, gas o aseo urbano, aumentaron 335 % respecto al mismo mes del año pasado.


En el caso de las telecomunicaciones, el ente emisor registró aumentos con 795 % y 757 %, respectivamente.

Por su parte, el Cedice, revela que el rubro de recreación y esparcimiento es el segundo con variaciones de precios más altas del año, con 551% en bolívares y 34% en dólares.

Maigualida se lamenta porque dice que, “aunque he tratado de disminuir los gastos y estirar la plata, para poder darme un gustico, de qué me sirve, si donde vivimos se va la luz a cada rato y sin luz no hay agua y no hay internet. ¿Esa es calidad de vida?”.

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