En una análisis acerca de las últimas maniobras de Nicolás Maduro, para mantenerse en el poder, se destacan los acercamientos con distintos sectores de la sociedad. Mientras que a opositores como Juan Guaidó y sus seguidores lo está dejando por fuera
Hace pocos días, en un inusual gesto, Nicolás Maduro recibió en el Palacio de Miraflores a representantes del Foro Cívico. Esta es una plataforma de organizaciones de la oposición venezolana en la cual estaban incluidos importantes miembros de sociedad civil que le cuestiona.
El hecho, lejos de ser una reunión que ha sido criticada por algunos sectores, va más allá de un encuentro para los medios. Puede ser una señal que Maduro quiere enviar acerca de una “apertura política” que se une a medidas económicas, con un propósito: ganar terreno con miras a las presidenciales, frente a una oposición que luce desdibujada.
Este es un análisis de lo que podría significar esta nueva etapa para la administración de Maduro, publicado en el diario El País.
“Hemos decidido reactivar el diálogo nacional con todos los sectores políticos, culturales, sociales. El diálogo de México recibió un duro golpe, pero si estamos pidiendo diálogo para el mundo tenemos que dar el ejemplo. Vamos a un diálogo más amplio e inclusivo en el país”, dijo Maduro, tras la reunión con el Foro Cívico.
Pero, esta reunión sería solamente el preludio para lo que viene después.
Para el 21 de abril, Maduro se dispone a instalar el Foro de Diálogo Social, con presencia de miembros de la Organización Internacional del Trabajo. Se trata de una mesa de intercambio con sindicatos y empresarios cercanos a su causa. No obstante, también participará Fedecámaras.
La ofensiva
De esta forma, según el análisis, “Maduro inicia una ofensiva para adelantar una apertura política que también es económica”. Todo para que pueda “recuperar autoridad ante sus adversarios y conjurar definitivamente los intentos por sacarlo del poder”.
Mientras lo hace, “Maduro tiene frente a sí a un frente político opositor disperso y debilitado, con diferencias casi irreconciliables entre sus facciones y lastimada su autoridad frente a su militancia”.
En este bordado, “Maduro parece intentar ponerle límites políticos a la existencia de sus adversarios, y sigue llenando el expediente de Juan Guaidó. Por ello, lo amenaza periódicamente con llevarlo a la cárcel junto a “sus cómplices”.
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El diálogo, CPI y Biden
Por el momento, el diálogo pareciera estar “en punto muerto”. No obstante, “ha permitido a Miraflores abrir frentes de conversación con sectores sociales diversos”. Todo “con el objeto de descomprimir el discurso que le asedia y debilitar aún más la influencia de los partidos opositores”.
Y esto se da “en un contexto de una recuperación económica, ante una sociedad sedienta de soluciones”.
Para rematar, “la administración de Joe Biden abandona el tono intransigente de sus predecesores frente a Venezuela”.
Además, ha permitido el asentamiento de una Oficina de la Corte Penal Internacional en Caracas y siguen las conversaciones con autoridades estadounidenses para procurar el otorgamiento de licencias petroleras.
Mientras tanto, las relaciones Fedecámaras se encuentran en un momento particularmente óptimo, con cruces mutuos de recomendaciones y parámetros de coexistencia acordados.
Las expropiaciones y las presidenciales
“El empresariado ha aprovechado la zanja para hacerle ver a los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, sobre la inconveniencia en los constantes cambios de tono de Maduro con los capitales extranjeros. Además de mostrar “las potenciales dificultades para aumentar la inversión privada en el país sin seguridad jurídica”, señala el diario.
La decisión sobre la devolución de activos expropiados al sector privado tenderá a profundizarse. Un alto funcionario del chavismo, consciente de las resistencias internas ante la medida, ha comentado en una conversación privada que “si fuera por mí, devolvería todas las empresas”.
Para Jesús González, politólogo de la Universidad Central de Venezuela, la medida del chavismo expresa un fracaso. “Hay un giro, una transición económica en marcha, porque han colapsado los mecanismos tradicionales de la revolución bolivariana en su relación con el país a partir de 2018″, dice.
“Esta política llena un vacío. Luego de negarse a hacerlo, el madurismo ha ejecutado un ajuste económico sanguinario. Además, las expectativas de cambio que promovía Juan Guaidó han sido frustradas y las cosas cambiaron. Hay que reinterpretar esta realidad”, agrega.
Para González, todos los caminos políticos existentes conducen a una hipotética consulta electoral en 2024.
Qué dicen las encuestas
Los estudios de opinión recogen que la población parece centrada en mejorar su vida económica cotidiana como una prioridad y se desinteresa de la política.
Los empresarios agroindustriales más enemistados con el Gobierno han atendido el llamado para la devolución de propiedades.
“Abrirse políticamente es para el Gobierno de Maduro una necesidad”, sostiene el también analista político y experto electoral Andrés Caleca.
“Maduro busca consolidar las divisiones en el frente opositor. Algunos opositores han sido comprados con la corrupción. La mayoría ha sido ferozmente reprimida e inhabilitada políticamente, con otros puedes tratar de entenderte ofreciendo opciones.”
Caleca no descarta que toda esta operación sea temporal y que Maduro sea perfectamente capaz de volver a la ortodoxia chavista.
“Pienso que en este intento de apertura puede estar contando la opinión de Cilia Flores, su esposa, que aparece poco, pero es una figura fundamental en el gobierno. También en las Fuerzas Armadas, que constantemente hacen evaluaciones políticas de lo que sucede”, aseguró.
