La secuela de Pixar es un llamado a ser más amables con nosotros mismos, a saborear las cosas buenas y aceptar la complejidad de nuestras emociones
No es una película exclusivamente para niños. Intensamente 2, desde su estreno en el cine mundial, está dando de qué hablar, porque son miles los adultos que se sienten identificados con las coloridas y muy bien representadas emociones que protagonizan esta segunda entrega de Pixar, pero, principalmente, una: la ansiedad.
Al final de “Intensamente”, en el 2015 sobre la vida emocional de una niña llamada Riley, aparece un nuevo botón en la consola que se utiliza para controlar el estado de ánimo de Riley. Está adornado con una palabra: pubertad.
Alegría, uno de los personajes principales que encarna las emociones de Riley, le resta importancia.
“¡Las cosas no podrían ser mejores!”, dice alegría. “Después de todo, Riley ahora tiene 12 años. ¿Qué podría pasar?”
Los años pasaron
La respuesta finalmente llegó, casi una década después, en la secuela “Intensamente 2″.
Riley es ahora una adolescente que asiste a un campamento de hockey de tres días mientras sentimientos nuevos y más complejos se arraigan en su mente.
Está Vergüenza, un tipo pesado que intenta, sin éxito, esconderse bajo su buzo con capucha; Ennui, que parece un fideo y se recuesta con indiferencia en un sillón; y Envidia, con sus ojos muy abiertos y anhelantes.
Pero es Ansiedad quien ocupa un lugar central, entrando en la mente de Riley con un equipaje literal (nada menos que seis maletas).
“Está bien, ¿cómo puedo ayudar?”, ella pregunta. “Puedo tomar notas, tomar café, administrar tu calendario, pasear a tu perro, cargar tus cosas… ¿verte dormir?”
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Una realidad
Un poco de ansiedad puede ser útil, dicen los expertos, pero la emoción se ha ido descontrolando en la vida de muchos jóvenes, especialmente en los últimos años.
La lucha de Riley es emblemática: para Kelsey Mann, el director, la película se convirtió en una oportunidad para ayudar a los espectadores de todas las edades a sentirse menos solos.
“Una gran parte de lidiar con nuestras emociones es en realidad nombrarlas”, cuenta al New York Times en una entrevista reciente. “Y de repente, cuando son reconocidos y vistos, la intensidad comienza a bajar un poco”, reseña
En la película, la ansiedad puede ser… mucha. Pero finalmente transmite algunas lecciones poderosas: experimentar cierta ansiedad es normal, nuestros defectos son simplemente parte de quiénes somos y todas las experiencias emocionales son una parte importante de nuestra identidad.
“Incluso las emociones incómodas son naturales y necesarias”, señala Lisa Damour, psicóloga clínica que asesoró a los realizadores.
“Nos ayudan a mantenernos seguros y a guiarnos”, añade Damour, que ha escrito para The Times y es autora de tres libros sobre adolescentes. “No se las puede prevenir ni cerrar si uno espera prosperar”, destaca.
Es cuando la Ansiedad se descarrila, expulsando a Alegría y las otras emociones centrales y proyectando escenarios desastrosos, que Riley se siente abrumada.
“Ansiedad siempre estuvo destinada a ser la antagonista de la película, pero en los primeros borradores del guión, el personaje parecía casi como un villano de cartón”, dice Mann.
Resalta además que dicha emoción no era muy simpática y no entendía por qué se comportaba de esa forma.
Entonces profundizó en la investigación científica y habló con la Dra. Damour y Dacher Keltner, un experto en la ciencia de las emociones y profesor de psicología en la Universidad de California, Berkeley, quien también trabajó en la primera película.
Finalmente, el equipo de Mann decidió que Ansiedad estaba motivada por el amor por Riley, al igual que Alegría.
Su trabajo, tal como ella lo ve, es planificar el futuro y proteger a Riley “de las cosas aterradoras que no puede ver”. A medida que su personalidad tomó forma, los realizadores inyectaron un poco de fantasía en la apariencia de Ansiedad.
Su cabello naranja se dispara hacia arriba como un ramo de fibras ópticas que desafían la gravedad. Las cejas bailan sobre sus ojos penetrantes mientras su boca se estira en una sonrisa con dientes que en parte es una mueca.
Ansiedad tiene como objetivo proteger a Riley a toda costa, imaginando todos los posibles errores que podría cometer la adolescente. Pero es una estrategia destinada al fracaso.
El tema del perfeccionismo está presente a lo largo de la película y genera gran parte de la ansiedad de Riley. A veces es increíblemente dura consigo misma y lucha por reconciliar las características opuestas que existen dentro de ella: es amable y también egoísta. Es valiente, pero también se asusta.
“A menudo pensamos en nosotros mismos del modo ‘esto o lo otro’”, resalta Keltner. “Pero somos muchas cosas”, añade, y la película anima a los adolescentes a abrazar esa noción.
El Dr. Keltner ve la película como un llamado a ser más amables con nosotros mismos, saborear las cosas buenas y aceptar la complejidad. La ansiedad de Riley no es patológica, dice; es una emoción que intenta decirle algo.
“Las emociones tienen la sabiduría de la edad”, detalla. Sucesivamente, dice que espera que los jóvenes escuchen las buenas intenciones de esas emociones.
“La ansiedad es algo que muchos niños experimentan, pero no siempre tienen una etiqueta para ello”, explica Elana R. Bernstein, profesora asistente de la Facultad de Educación y Ciencias de la Salud de la Universidad de Dayton que no participó en la elaboración de la película. “Creo que la primera parte es normalizarlo”.
Al reconocer el sentimiento e idear estrategias de afrontamiento (identificar pensamientos catastróficos o probar técnicas de relajación, por ejemplo), los niños más pequeños pueden prepararse para las situaciones más complicadas que surgirán a medida que crezcan, dice la Dra. Bernstein, quien investiga estrategias en las escuelas para reducir ansiedad.
En nuestra cultura, señala Damour, a menudo se dice que la salud mental se trata de “sentirse bien”. Pero en realidad, se trata de tener sentimientos que se ajusten a lo que está sucediendo y luego manejarlos bien.
Y eso es justo lo que Riley debe aprender: que la ansiedad y la alegría no pueden tener el control al mismo tiempo. Los guionistas de la película, Meg LeFauve y Dave Holstein, encontraron esto identificable.
Cuando era más joven, el padre de LeFauve solía llamarla “Moody Meg”.
“¡Estoy segura de que fue difícil vivir conmigo!”, reveló en un correo electrónico. “Yo era un manojo de emociones oscilantes y ansiedad furiosa”.
Ahora se da cuenta de que su sensibilidad surgió “de la belleza de mi intensa imaginación”.
“Cuando mi ansiedad toma demasiada fuerza necesito buscar aunque sea un soplo de alegría”, reconoció.
Holstein señaló que la ansiedad es algo que tiene atributos tanto positivos como negativos. Y es una emoción que puede sentirse más intensa durante la pubertad.
“En diferentes momentos de tu vida, te impulsan diferentes cosas”, dijo. “A veces la alegría tiene que dar un paso atrás”.
Con información de La Nación