Por cuestiones de higiene, orden y por bienestar emocional, lo más recomendable es lavar los platos y no dejarlos acumular
Dejar los platos sucios para lavarlos después y acumular un montón de ellos en nuestra cocina tiene algunas connotaciones importantes a nivel de la psicología y la ciencia, ya que podría desnudar nuestro estado de salud mental y emocional.
Además de representar un foco de posible reproducción de gérmenes y bacterias por los restos de comida en los platos, el desorden que se crea en torno a dejar los platos sucios tiene una carga cognitiva que sostiene que el desorden visual incrementa el estrés.
Esto se debe a que el cerebro está constantemente recibiendo y estímulos que interfieren con nuestra capacidad de concentración y relajación.
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Aunque se trata de un hábito muy común en muchos hogares el dejar los platos sucios, lo cierto es que la psicología asegura que esto es una señal de agotamiento o estrés.
Cuando una persona se siente muy sobrecargada o abrumada pospone algunas tareas domésticas.
Esto se debe, según estudios científicos, a que la fatiga mental afecta las ganas o la motivación de realizar actividades que impliquen un esfuerzo adicional, como lavar los platos, secarlos y guardarlos.
Otro de los factores a considerar es la procrastinación, ya que según algunos expertos las personas suelen evitar tareas que no ofrecen una satisfacción inmediata o alguna recompensa, por lo que lavar los platos puede quedar en un segundo plano.
Crear hábitos puede ayudar
Lo cierto es que por cuestiones de higiene, orden y por bienestar emocional lo más recomendable es lavar los platos y no dejarlos acumular.
Una de las técnicas que se puede aplicar es ir lavando los platos a medida que se van ensuciando y así evitarás tener que invertir tiempo para lavarlos todos en un mismo momento.
Otra de las recomendaciones es cocinar con bajos niveles de grasa lo que facilitaría el lavado de los platos.
A la hora de colocar los platos en el fregadero, puedes retirar la suciedad y votarla la basura, con la ayuda de una servilleta o con los cubiertos y vas retirando los restos de comida.
También puedes enjuagar el plato para que quede aún más limpio, y de esta manera cuando te toca fregar los platos ya has adelantado gran parte de la tarea y se te será más fácil.