Cuando en el Sebin reaccionaron ya era demasiado tarde. Los primeros en llegar fueron unos paramédicos, que solo sirvieron para constatar el deceso de Raúl Baduel
Angustia, es la palabra que rodea la muerte de Raúl Baduel. Se trataba del exhombre fuerte que regresó a Hugo Chávez al poder y que luego cayó en tal desgracia que murió en un calabozo del Sebin, sin recibir la debida atención médica.
Este es el relato de los momentos que rodearon la muerte del general en jefe, según el periodista especializado en sucesos, Javier Ignacio Mayorca.
Cuando era claro que Raúl Baduel iba a fallecer, los efectivos de la Dirección de Investigaciones del Sebin, asignados a la custodia de El Helicoide, ordenaron que los 160 detenidos en esa instalación regresaran a sus respectivas celdas.
Desde el encierro, los detenidos y funcionarios solo escuchaban los lamentos de Josnars Adolfo Baduel, el hijo del general en jefe. “Baduelito gritó por horas”, recordó un testigo, cuyo nombre es preservado por razones de seguridad.
Al exministro de la Defensa lo trasladaron desde las celdas del Sebin en Plaza Venezuela hasta el Helicoide el 29 de septiembre.
Se trataba de parte de un plan para el desalojo de ciertos centros de reclusión para presos de conciencia.
Allí lo recluyeron en una misma celda con su hijo y el capitán de la Guardia Nacional Juan Carlos Caguaripano. Pero estos movimientos recargaron nuevamente a la central de la policía política.
Una semana antes de la muerte de Baduel sacaron de allí a quince reclusos, que dieron positivo a una prueba de hisopado para la detección de la COVID-19. A la mayoría la llevaron a un ambulatorio que está en el propio Helicoide.
Con Baduel, sin embargo, no hicieron eso. Al oficial (degradado por Maduro) le inocularon la primera dosis de la vacuna Sinopharm apenas llegó a su última celda.
Cuando, posteriormente manifestó ciertas dolencias, le hicieron un examen que según testigos dio positivo para COVID.
Pero no lo movieron pues creían que se trataba de una reacción adversa a la primera inyección.
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No les prestan atención médica
Mayorca destaca que en el Sebin, así como en otros centros donde recluyen a quienes adversan a Maduro, hay una reticencia sistemática para dar oportuna atención médica a los internos.
Incluso, cuando se han planteado reales emergencias, como la de Baduel, estos funcionarios se niegan a hacer los debidos traslados, con el argumento de que carecen de orden judicial.
Así lo documentaron en los informes que posee la Organización de Estados Americanos y la comisión para determinación de hechos de la ONU.
Con Baduel no hubo excepción. Cuando reaccionaron ya era demasiado tarde. Los primeros en llegar fueron unos paramédicos, que solo sirvieron para constatar el deceso.
Luego, comisiones de la policía judicial y del Ministerio Público iniciaron un procedimiento judicial. El mismo ha suscitado fundadas sospechas en la familia y los apoderados legales del oficial.
Para el momento en que finalizaba el levantamiento del cadáver, el fiscal de Maduro, Tarek William Saab, anunciaba en sus redes que el exministro tuvo un paro cardiorrespiratorio. Con eso ya trazaba una narrativa sobre las condiciones en que se produjo este deceso.
