Aunque es poco conocido, fue tan genio como Aristóteles, Pitágoras y Galileo Galilei
El primer científico de la historia fue un personaje cuyo nombre no es muy familiar para la mayoría: se trata de William Whewell, filósofo, teólogo y científico británico que murió hace menos de 160 años.
Este genio encendió el debate entre los académicos de la época exponiendo cómo podrían llamarse a sí mismos sin determinar la especialidad (matemático, químico, físico… porque “incluso la mera ciencia física, pierde todo rastro de unidad”.
Llegaría entonces una reunión de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia, donde “un caballero ingenioso [el propio William Whewell] propuso que, por analogía con los artistas, podrían formar científicos”.
De hecho, Whewell tenía una amplia gama de intereses, desde mineralogía y mecánica hasta economía y filosofía moral, y realizó importantes contribuciones a todos ellos.
Fue maestro en muchas disciplinas y uno de los pensadores más destacados de su tiempo. Estaba profundamente preocupado por la metodología de la investigación científica y contribuyó a perfeccionar la forma en que se lleva a cabo la investigación científica.
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El término “científico” fue acuñado por el propio Whewell en 1833, durante dicha reunión anual de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia inspirándose en la palabra ‘artista’.