La iglesia fue la responsable de proclamar la Navidad como una fiesta de solemnidad con vigilia de ayuno y abstinencia
Apenas faltan unos días para que la Navidad y el Año Nuevo, y los hogares y las mesas se llenen de manjares para degustar en familia.
Pero, ¿por qué comemos lo que comemos? No viene mal un poco de historia sobre la comida de Navidad.
Es imprescindible para entender las tradiciones y conocer el significado de muchos de los platos que durante estas fechas se convierten en protagonistas.
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Entender la tradición
Al igual que sucede con la Cuaresma, la religión ha sido la responsable de marcar durante años la gastronomía. No hay que olvidar que, al fin y al cabo, la Navidad es una celebración religiosa.
La iglesia fue la responsable de proclamar la Navidad como una fiesta de solemnidad con vigilia de ayuno y abstinencia.
Antiguamente, el 24 de diciembre solo se podía hacer una comida al día y en ningún caso podía incluir carne.
De aquí viene la costumbre de cenar pescado, marisco o platos con vegetales.
Una vez pasada la Misa del Gallo, empezaba la fiesta y se levantaba la abstinencia.
En los hogares más humildes tenía lugar el resopón (también conocido como recena) con dulces y frutos secos. Los más privilegiados llenaban el estómago con carne, pescado y todo tipo de productos.
Estas costumbres, típicamente europeas, viajaron al nuevo mundo con españoles e ingleses y así en nuestros países se arraigaron, se convirtieron en tradiciones y se fueron fundiendo con usos locales, como ocurre en Venezuela con la hallaca, el pan de jamón y el pernil de cerdo.
El cordero y otras carnes
Para muchos países, el cordero y ha sido siempre un ingrediente esencial en la cocina. Su carne tierna y de sabor intenso lo convierten en protagonista indiscutible de estas fiestas.
Aunque parece que ha quedado relegado solo a las ocasiones especiales, siempre ha estado muy ligado a la cocina del día a día.
Su consumo en Navidad viene de nuevo marcado por la religión.
Según el Génesis, Dios pidió a Abraham que sacrificara a su hijo Isaac y, finalmente, sacrificó un cordero en su lugar.
El plato más común en estas fechas es el cordero lechal al horno.
El Pavo
Es símbolo anglosajón de la Navidad o la festividad de Acción de Gracias.
Su historia se remonta a la época en la que los conquistadores españoles de México encontraron unas aves domésticas llamadas huexolótl.
La carne era muy fina y se asemejaba la del pavo real. Así empezaron a llamarle «pavo de Indias».
Los conquistadores se dieron cuenta de que aquel pájaro era un filón y rápidamente lo trajeron a España.
Se cree que fue uno de los primeros animales en cruzar el Atlántico, allá por 1511. Con vino y castañas, asado, relleno de frutos secos y manzana, pavo en salsa.
Las recetas son muy variadas, ¡hay para todos los gustos!
El capón relleno
Hoy en día su consumo no es tan común debido a su larga elaboración, pero durante siglos fue el plato estrella del banquete navideño.
Las familias dedicaban meses a prepararlo. Se sacrificaban pollos, gallos, gansos, patos o gallinas criadas en casa.
Debido al esfuerzo que suponía prepararlo y a su alto coste, siempre fue una comida de ricos que, incluso, llegó a utilizarse durante la Edad Media en tributos o diezmos de la iglesia.
La comida de Navidad de la actualidad
Salvo alguna excepción, la mayoría de los menús navideños contienen jamón, canapés varios, los típicos panecillos de pasas, mariscos, sopa, un plato principal con carne o pescado y el postre con diversos dulces.
Sin apenas darnos cuenta, degustamos el mismo festín durante cuatro o cinco días y eso sin contar las celebraciones con amigos o compañeros de empresa.
Para sobrevivir a las comidas y cenas de Navidad es imprescindible no olvidarte de los hábitos saludables y delegar si no quieres pasarte horas en la cocina.
Con información de Cafuster.com