martes, diciembre 3, 2024

Venezuela: de tener el MAYOR SALARIO MÍNIMO en Latinoamérica a la “nada” (CIFRAS)

Franklin Delgado
Franklin Delgado
Periodista digital

Ya sea la crisis consecuencia de la corrupción, mala administración o el bloqueo, incluso de todas a la vez, lo cierto es que en 15 años el país dilapidó su enorme fortuna

Como todo en Venezuela, que vivimos de un extremo a otro: somos un país al cual no le gustan los grises, en apenas unos 15 años pasamos de la bonanza a una de las crisis más acentuadas que hemos conocido en nuestra historia, solo comparable, según algunos investigadores, con el período previo a la Guerra Federal (1859-1863).

Indicadores actuales de salario, educación y salud, entre otros, indican lo bajo que hemos caído y por lo cual generaciones hasta los 40 años prefieren aventurarse a migrar en condiciones más improvisadas que un mismo mochilero que a quedarse a luchar por la “patria” en un contexto de hambre inusitada.

A los caminantes venezolanos, cruzar la selva del Darién les parece poca cosa frente a tener que sobrevivir con menos de cinco dólares al mes.

Nostalgia por la bonanza

Atrás quedaron períodos como el de la bonanza petrolera de Carlos Andrés Pérez (1974-1979) y el “ta’ barato, dame dos”, ilustrado de la mejor manera en la película Adiós Miami (1984), del director Antonio Llerandi; o la ansiada etapa de los “raspa cupo” de Cadivi (Comisión de Administración de Divisas), en la cual muchos se enriquecieron y ofrecían dólares a cada venezolano para viajar, y al regresar tenían más; del período que solo se bebía whisky escocés meneado con el dedo índice, rechazando al vernáculo ron.

Eran tiempos del bipartidismo adeco-copeyano más rancio, de obras faraónicas y de “elefantes blancos”, que solo tuvieron un parao con el advenimiento del “Viernes Negro” (18 de febrero de 1983), que para su época significó la mayor debacle económica y financiera del país, pero que hemos visto se quedó en pañales ante la crisis actual.

La era Chávez

Pero llegó Hugo Chávez Frías en 1999 a la Presidencia de la República, que, con un discurso de izquierda, revanchista y de resentimiento, caló entre las clases más vulnerables y lo catapultaron en popularidad, y aún muchos lo recuerdan hasta con altares.

Con Chávez regresó el discurso del progresismo y una nueva idea del bolivarianismo y Latinoamérica unida. Lleno de delirios de grandeza y de “líder intergaláctico”, el máximo representante del chavismo tomó medidas en la Opep, de la que Venezuela es miembro fundador, y ayudado por un contexto de alza de precios en el mercado de los crudos, volvió el “estado de bienestar” y una “segunda bonanza”, como la denomina la economista Oly Millán, tal cual como la de CAP en los setenta.

En ese período de Chávez, que va hasta el 2012, con sus múltiples reelecciones en la silla de Miraflores, se vivió una nueva “fiesta” por la fluidez de caja, que poco a poco fue mermando por la crisis global, el aprovechamiento de funcionarios de los bienes públicos y un criterio botarata parecido al del “ta barato, dame dos”. Situación que solo amainó “coincidentemente” con la muerte de Chávez, ya que la economía traía peso en el ala e irremediablemente lo iba a pagar el heredero en la Presidencia, fuera indistintamente Henrique Capriles o Nicolás Maduro, siendo este último a quien le tocó pagar las consecuencias.

Mayor salario mínimo de Latinoamérica

En este contexto de alza de precios del petróleo y bonanza, Chávez se vanaglorió de dar a los venezolanos el mayor salario mínimo de Latinoamérica.

El líder bolivariano decretó en 2008 un aumento del 30 por ciento, que colocaba el salario mínimo en 372 dólares y, con el cestaticket o bono de alimentación, el salario integral llegaba a los 558 dólares, el más alto en Latinoamérica para ese entonces, cuyo salario mínimo promedio rondaba los 212 dólares mensuales. Con ello, el salario del venezolano casi triplicaba el promedio de la región.

“Esto es necesario que lo sepamos todos: el salario mínimo en Venezuela es el más alto en América Latina”, enfatizó.

“Si hablamos entonces del salario mínimo legal, el salario mínimo en Venezuela no solo supera a todos los demás, sino que duplica, casi triplica el promedio de América Latina (…) 2,6 veces el promedio”, agregó.

@agiussepe #hugochavez #salarioenvenezuela #salariominimo2023 #victimastoday #medidascoercitivas #economiavenezolana ♬ sonido original – agiussepe

Lo expresado por Chávez se corresponde al aumento decretado a partir del 1° de mayo de ese año, que en bolívares se traducía en 799 bolívares fuertes (372$), solo hablando del mínimo, sin incluir el cestaticket, con lo que se completaría el salario integral.

Para ese momento, el segundo más alto en la región correspondía a Paraguay (326$) y el tercer lugar lo ocupaba Chile (312$).

En cambio, ya para enero 2023, el portal alemán Statista, basados en cifras de Bloomberg, señala que Costa Rica cuenta con el salario mínimo más alto de la región, que totaliza unos 603 dólares por mes.

Otros de los países latinoamericanos que garantizan un nivel de ingresos relativamente alto a los trabajadores son Uruguay, cuyo salario mínimo supera los 21.100 pesos (unos 540 dólares por mes), y Chile, donde alcanza los 410.000 pesos (alrededor de 475 dólares mensuales).

En Colombia rige un piso salarial de 1.160.000 pesos, lo que equivale a unos 242 dólares, mientras que en Argentina la conversión del salario mínimo de 65.427 pesos a la moneda estadounidense arroja tan solo unos 189 dólares.

Venezuela apenas alcanzaba hace dos meses los 8 dólares como salario mínimo mensual.

Ahora, ya sea por la devaluación devastadora de la moneda, el bloqueo u otras razones, el salario mínimo mensual apenas supera los 5 dólares, el más bajo en América Latina. Por debajo, incluso que Haití, con sustancial diferencia.

Mencionamos los registros de salario mínimos en dólares para que se puedan comparar entre naciones y a la vez dar un indicador más concreto, porque entre revaluaciones y cambio de denominación de conos monetarios (bolívar, bolívar fuerte, bolívar soberano y bolívar digital), se haría muy compleja la explicación.

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Protestas por salarios

El resultado es la caída del ingreso del venezolano, que ha salido a protestar sin timidez, sin importar quien sea el patrono.

Funcionarios públicos están en la calle exigiendo sueldos dignos, porque ya no soportan el costo de la vida y lo ínfimo que devengan no les alcanza ni para los pasajes y asistir a sus centros de trabajos.

El descontento ha sido tal que, con consignas y pancartas, solo a principios de este año se contabilizaron 1.260 manifestaciones de calle. El motivo es el mismo: exigencias de salarios dignos, mejores condiciones de trabajo y contratos colectivos, según lo establecido en las leyes.

Ya a los trabajadores no les basta con sus sueldos oficiales y han tenido que salir a patear las calles y trabajar en el comercio informal, que, según ellos, les da más y con ello se pueden redondear la arepa.

Se han formado profesionalmente y eso no es premiado con trabajos bien pagados, lo cual no justifica pero que hace ver porque la educación está cada vez más descartada por los jóvenes y sus padres, que prefieren meterse a buhoneros. Eso habla muy mal del futuro de Venezuela como nación, y a largo plazo. Caeremos a niveles en los cuales hasta ser bachiller era un privilegio, y eso que ya la educación gratuita está consagrada en la Constitución, aunque no sabemos hasta cuándo.

Utilización política

Es sabido que el problema es estructural y no se “arregla” con pañitos mojados ni bonos intrascendentes, el lío es mayor. Sin embargo, hay sectores que se aprovechan políticamente de la situación.

El gremio docente exigen como mínimo un salario de 500 dólares mensuales para sus profesionales, mientras el gremio médico sale a la calle con el cartel de queremos 1.500 dólares mensuales.

Montos “soñados” pero impensables que se puedan cumplir y que, incluso, dañan cualquier propósito que haya para sentarse a negociar salarios. Y las culpa lo tienen hasta los directivos de estos gremios, que más que velar por el bienestar de sus representados, los utilizan.

Protesta de docentes
Cortesía: La Verdad de Vargas

No se puede satisfacer por independiente a los gremios, habrá que esperar primero una fijación de salario mínimo y desde allí todas las consecuencias que eso arrastre.

El fisco público no tiene para tanto y dice que se aguanten, pero el bolsillo no da para más.

Que los fondos no alcancen porque se ha dilapidado, se ha hecho mal uso de los recursos o se los han robado, aunque es importante resaltar las causas, es otro asunto. En definitiva, la gallina ya no pone huevos de oro, tal vez ni huevos comunes y silvestres. No hay cama pa’ tanta gente y habrá que esperar, y si, por milagro, llega otra bonanza, tenemos que aprender de las experiencias del pasado y no obrar de la misma manera reiterativa.

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