A la hora de imaginar la agenda de trabajo de un gobierno presidido por María Corina Machado, surgen muchas propuestas, entre estas destaca la urgencia de renegociar la deuda externa, la necesidad de rescatar de la pobreza a los millones de familias hundidas en ese lodazal de la miseria y la reconstrucción de las instituciones, desmigajadas por los efectos del autoritarismo devastador que padece nuestro país y su gente.
Ciertamente, no deja de tener validez esas sugerencias, como también serían las inaplazables tareas de rehacer la infraestructura del país, llámense carreteras, autopistas, escuelas, hospitales, puertos, aeropuertos, instalaciones deportivas y culturales, sistema eléctrico, acueductos, refinerías, empresas básicas y pare Ud. de contar. Lo que hay por hacer es de dimensiones titánicas y no debe de prescindirse el concurso de todos los venezolanos ganados, preparados y resueltos a cumplir con esa epopeya de hacer realidad el plan “Tierra de Gracia” que esgrime María Corina.
Pero hay otra responsabilidad a la vista que no debe obviarse y desatenderse con la urgencia requerida, como es la de reunificar a las familias venezolanas fracturadas desde que se inició ese deslave humano que mantiene a más de ocho millones de mujeres y hombres con identidad venezolana fuera del territorio nacional.
Crear las condiciones para promover y organizar ese retorno a la patria debe ser una acción a emprender y para lo cual debemos estar preparados desde ya. Porque así como se requiere crear, tal como lo ha expresado María Corina, una Agencia de Energía para remediar el daño causado a nuestra industria de hidrocarburos, también será menester constituir una herramienta que haga posible ese retorno progresivo de venezolanos, para que también cumplan su rol de ser instrumentistas del renacer de la Venezuela prospera y reunificada en cada hogar venezolano.
Estamos hablando del talento humano como la riqueza inagotable que tiene el país, porque en cabeza de esos millones de venezolanos se encuentran profesionales, técnicos, trabajadores en general, con capacidades adquiridas y desarrolladas en la experiencia de la diáspora, que se pondrán al servicio de esos equipos que ya vislumbran soluciones bien pensadas y planificadas, para que el equipo del gobierno que liderará María Corina, llegue con ideas estudiadas y preestablecidas, a ganarle tiempo al tiempo, y así poder medidas efectivas que satisfagan las necesidades de los venezolanos.
Es cierto que ese retorno no será en masa, muchos permanecerán afuera, mientras reflexionan sobre qué destino tomar, pero es indudable que, en el ánimo de cada venezolano desterrado, privará el entusiasmo de ayudar desde donde se encuentre, con ese sueño de redención cargado de venezolanismo.