sábado, junio 29, 2024
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Andrés Villota Gómez
Andrés Villota Gómez
@AndresVillotaGo

Devuelvan la China a los verdaderos chinos
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La dinastía Qing llegó a su final en octubre de 1911. La China Imperial, creada desde la Dinastía Xia, llegó a su final, después de 4.000 años, para dar inicio a su etapa republicana. La República de China se fundó el 1º de enero de 1912, tras la abdicación del emperador Pu Yi.

El final del régimen imperial feudal, dio paso a un sistema republicano y democrático. La primera república de Asia, que creó las condiciones políticas y económicas para la modernización de China, que se abrió al mundo después de muchos siglos de aislamiento.

La República de China, fue ampliamente reconocida en el contexto mundial y fue parte de la creación de la Sociedad de las Naciones (1919), como uno de los 32 países firmantes del Tratado de Versalles, al igual que fue una pieza fundamental en la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)

Las hordas comunistas asesinas de Mao Tse Tung, habían invadido y despojado de sus tierras a los ciudadanos de la República de China, asesinándolos delante de sus hijos para poder consumar la ocupación total del territorio continental.

El Partido Comunista de China impuso el desplazamiento social y el despojo territorial, autodenominándose “China Popular”, el 1 de octubre de 1949, que no fue reconocida como una nueva nación por la comunidad internacional al considerar que Mao y sus secuaces, era una caterva de trogloditas salvajes.

El gobierno de la República de China, del partido Kuomintang, ante las agresiones y actos de barbarie protagonizadas por los esbirros de Mao Tse Tung, se trasladó de Pekín a la isla de Formosa y fijó su gobierno en Taipéi. Desde ese momento, el territorio de la República de China, se limita a la isla de Taiwán porque su inmenso territorio de la China continental fue despojado de manera violenta.

El invasor Partido Comunista Chino, promovió, desde 1959, el Gran Salto Adelante, eufemismo utilizado para denominar el genocidio en contra de los ciudadanos de la República de China que permanecieron en el territorio ocupado. El objetivo era aniquilar a la población de la República de China y devolverla a la Edad Media, causando una gran hambruna en la que murieron más de 45 millones de habitantes.

Al genocidio del Gran Salto Adelante, le siguió la Revolución Cultural, un proceso de aculturación y de aniquilación del acervo cultural de 4.000 años de historia, para hacer desaparecer cualquier vestigio de la República de China, entre los sobrevivientes a la masacre, reestructurando la ciencia, la educación, la moral y las artes, eliminando para siempre el sistema económico capitalista.

Es decir, la República de China, ha sido la de los grandes aportes a la humanidad en la ciencia y tecnología, la de los adelantos en los semiconductores, en lo que son una potencia mundial, y de los textiles inteligentes.

Nada es hecho o inventado en la China Popular, experta en copiar, violar la propiedad industrial y esclavizar a su población para producir baratijas que son introducidas de contrabando en las diferentes economías para destruir, con premeditación, a las industrias nacionales.

La República de China fundada en 1912, la original, la que conservó y protegió de la destrucción de la “Revolución Cultural”, todo el acervo cultural de la China milenaria, terminó siendo relegada de su puesto privilegiado en la comunidad internacional ante la usurpación de la que fue víctima

El distanciamiento entre la China Popular y la Unión Soviética, supuestamente, fue el principal motivo para que el presidente, Richard Nixon, a través de su secretario de Estado, Henry Kissinger, se acercó a la dictadura comunista de la China Popular.

En un contexto de Guerra Fría y aplicando la máxima del Artha-shastra, “es más probable que tu vecino se convierta en tu enemigo, mientras que el vecino de tu vecino es tu aliado natural”, el Departamento de Estado asumió que las posibilidades de “vencer” en la Guerra Fría, aumentaba para los Estados Unidos, al convertirse en el amigo del nuevo enemigo político de su principal adversario ideológico.

La República de China, que este año cumple 112 años de fundada, fue uno de los miembros fundadores de la ONU, que tuvo asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas desde el día de su fundación hasta que, en el año de 1971, su lugar fue usurpado por la dictadura comunista de la China Popular.

En una votación ilegítima que violó los estatutos de la ONU, orquestada por Estados Unidos, se anuló el poder de veto de la República de China, viciando la decisión de admitir a la dictadura comunista de la China Popular, desde siempre.

El reconocimiento y posterior establecimiento de relaciones diplomáticas con la dictadura comunista de la China Popular por parte de varias de las naciones, obligadas desde Washington, trajo como consecuencia el detrimento de la posición y de los intereses de la República de China, que resultó siendo marginada de la ONU y de todos los organismos multilaterales.

En el año de 1955, por ejemplo, solamente 23 países del mundo tenían relaciones diplomáticas con la China Popular, mientras el resto de naciones reconocían y tenían relaciones diplomáticas con la República de China.

Para el año 2008, la situación se había invertido y la democrática República de China, sólo contaba con el reconocimiento de 23 Estados, mientras que la dictadura China, tenía relaciones diplomáticas con los otros países.

En la coyuntura actual, existe un clamor mundial para que se reverse la decisión de la ONU que le dio vida al Estado de Israel en 1948. Decisión que fué la refrendación de la declaración Balfour de 1917.

En la Asamblea General de la ONU, en una iniciativa impulsada por el líder antisemita mundial, Gustavo Petro, se votó para otorgar nuevos “derechos y privilegios” a Palestina. Se solicitó al Consejo de Seguridad que reconsidere favorablemente su solicitud de convertirse en el miembro número 194 de las Naciones Unidas, para que se desconozca las decisiones tomadas en 1948 y en 1967.

Entonces, lo lógico, por elemental sentido común, es que se exija que se eche para atrás el reconocimiento que se le dio a la China Popular en la ONU, por tratarse de una ocupación ilegítima del territorio de la República de China y se restituya, de inmediato, el lugar que debe ocupar la República de China en el Sistema Internacional.

Se le debe devolver el territorio de la China continental a los únicos y legítimos dueños, los verdaderos chinos.

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